Parece como si, de un tiempo a esta parte, la gente no alcanzara a entender lo que se le dice, ya sea positivo, negativo o neutro, sino tan sólo aquello que desearía que se le hubiera dicho. Cada vez nos comprendemos menos.
Parece como si, de un tiempo a esta parte, la gente no alcanzara a entender lo que se le dice, ya sea positivo, negativo o neutro, sino tan sólo aquello que desearía que se le hubiera dicho. Cada vez nos comprendemos menos.
De repente, no importa tanto que las cosas hayan sucedido como que se diga o sostenga que lo han hecho. Hemos dejado de comprobarlas, para volver a creerlo todo a pies juntillas.
Hay silencios farragosos como una cansina perorata; pero también los hay necesarios como una mirada sucinta de reconocimiento.