Cuatrocientos setenta y cuatro
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desternillarse de la risa. Expresión extemporánea y descorazonadora que se produce al reírse uno por todo y por nada en concreto; especialmente por lo segundo. Muy común entre gente desalmada. Véase, enseguida, llorar a moco tendido; llorar y crujir de dientes.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
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