domingo, 27 de octubre de 2013

Ciento trece

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Hay quien se siente muy a gusto enfundado en su disfraz de Matón de Patio de Colegio. A esta especie no suele importarle lo más mínimo que se le vean todas las costuras. Se les reconoce fácilmente porque prefieren el desplante y la chulería al diálogo. De igual modo, aman la sospecha y la inquina en la misma medida en que desprecian la buena fe, cualquier atisbo de inocencia. Acostumbran a dejar un rastro de azufre al hablar.
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4 comentarios:

  1. Y lo malo es que crecen y siguen siendo los mismos.

    Besos, Gemma.

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  2. Coincido con tu diagnóstico de
    tipología literaria.

    Abrazos sin acidez.

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  3. Isabel, tontos son y tontos se quedan. Un beso

    Sergio, yo -en cambio- preferiría que estos tipos vivieran al margen, sin incordiar ni difamar: deporte que practican de forma vocacional (y vacacional), por el puro afán de hacer daño.

    Nano, no te creas. Que de tan tontos como se vuelven, nadie los aguanta al final. Besos

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"