Ciento once
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La lucidez a menudo nos enfanga y empantana, cuando no entierra. De ahí que nos aterre.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
¿Sí? ¿La lucidez nos aterra? Nunca me había parado a pensarlo.
ResponderEliminarAhora sí que me dejas preocupado.
Un abrazo,
Sólo aquella que nos compromete, querido Pedro.
ResponderEliminarUn abrazo grande de vuelta
Tal vez la lucidez nos aterra, pero de lo que no cabe duda es de que la estupidez, sea adquirida o bien inducida, nos destierra de ese ínfimo país en que las cosas no tienen filo. Puestos a escoger, prefiero un pánico mínimamente lúcido a una falsa serenidad decididamente idiota.
ResponderEliminarUn beso abrazo grande.
Josep, totalmente de acuerdo contigo. Como tú, me declaro a favor de la lucidez siempre que pueda o me sea concedida.
ResponderEliminarUn besazo