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Ante mí, un plato de sopa disminuía rápidamente sin llegar a calmar mi hambre, sin colmarme tampoco por dentro. Al sumidero aéreo y voraz de mi boca había que añadirle el sumidero del fondo del plato, que de pronto ha quedado al descubierto mientras yo lo contemplaba con aprensión. Unos fideos hiperactivos avanzaban por él como gusanos. Menos mal que luego, por fin, le ha tocado el turno a la bendita normalidad: levantarse, vestirse y desayunar tan pancha.
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¡Qué angustioso! La frase final, inqjuietante, me ha recordado la greguería "el sueño es un depósito de objetos extraviados". Uix, esos fideos-gusanito se quedan culebreando en la mente después de leer tu micro.
ResponderEliminarAbrazos
Gemma, espero que los guantes blancos estén a salvo. Es recomendable un afilado canivete para tales sucesos involuntarios.
ResponderEliminarQuedo tranquilo al saber que su hambre se saciara de algún modo.
Abrazos con pipa delante de la ventana.
Si el sueño fue tan angustioso, quizá la realidad no sea tan bendita.
ResponderEliminarComo siempre, un placer leerte
Abrazo, Gemma
No es extraño, a partir de algunas realidades, tener ese sueño, Menos mal que el desayuno fue bueno. Me gustan los finales felices.
ResponderEliminarAbrazos