Sol y sombra. La mañana se atempera en las rocas. Quería contarte
tantas cosas, pero cuando me he sentado no podía hablarte, y para no
impacientarme demasiado he pospuesto la tarea hasta hace apenas un rato,
convencida de que la tarde iba a descoser por sí sola todos los enredos. Cuando
al fin me he acomodado en el sofá, he caído en la cuenta de que tampoco
entonces sabía por dónde empezar. La luz había comenzado a alumbrarme por la
espalda en un declive que parecía infinito, aunque un destello en el cristal me
ha obligado a cerrar los ojos. Así que me he dicho que tal vez fuera mejor
ponerse a ello sin más, tratar de convocar cualquier sentido; que ya habría
tiempo luego de corregir y reconducir mis palabras. Tengo desde hace un par de
años un cojín a cuadros sobre el que me apoyo para escribir de costado, como si
las palabras brotaran más diáfanas pronunciadas
al sesgo; el médico me regañaría por ello.
..
Me ha sorprendido ese "tú", aunque sea epistolar, porque nunca te lo había leído antes. Da paso a una escena íntimista muy cálida, llena de melancolía y de indecisión, y el enigma final de la enfermedad es un cierre de oro. Estupendo cambio de registro, me recuerda aquel relato largo del estanque de peces que tanto me gustó.
ResponderEliminarBesos
Es ese contenido emocional reflexivo el que vertebra el texto, más allá de la atmósfera evanescente con que has sabido envolverlo.
ResponderEliminarMe gusta la esencialización del conflicto que se percibe entre los espacios de indeterminación que nos dejas.
Y ese final tan abierto, como para que hagamos con la historia lo que queramos.
Un abrazo, Gemma.
He leído y analizado detenidamente tu escrito y llegado a la conclusión de que me gusta debido, principalmente, a que me gusta. También ha contribuido a ello en gran medida lo mucho que me ha gustado.
ResponderEliminarUn beso rapidito (el diván con su correspondiente terapeuta anexado me espera).
Guau, Gemma, casi me ha parecido que hablabas de mí. Cómo cuesta decir lo que no puede decirse.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cómo añoraba yo cartas de estas.
ResponderEliminar"Gracias a las nuevas tecnologías, me informo al segundo y lo olvido al instante" dice una de las viñetas de El Roto.
Pero lo entrañable y el intimismo de tus palabras, eso permanece.
Abrazos
Susana, el tú me parece una de las formas personales más difíciles, a lo mejor porque tiene algo de yo desdoblado. Un beso
ResponderEliminarPedro, se trata de una ausencia de historia en cierto modo, en efecto. De ahí el final abierto. :-)
Un abrazo
Josep, un gustazo que te guste por puro gusto. Abrazos
Araceli, ese era el propósito: decir sin poder decir, pero tratando de hacerlo, intentándolo. Un beso
Isabel, efectivamente, se trata de una carta. Y de ahí ese tono como de confidencia y esa segunda persona innominada. O el misterio de lo no dicho. Muy bien observado. Un abrazo grande