¡Pobre metáfora desvalida!
...
La tarde se ha puesto hoy como una cuenta de mentiras
en oro ensartada.
Sueños sin cuento
ensucian de atardecida
las aguas calmas.
...
¡Desvaído dolor sin causa!
...
Mañana, la noche truncada
desmochará sus ondas de hielo.
...
*La foto es de Lola Valls. De aquí.
...
Si bien he de confesar que la poesía no es lo mío, ya no como escribidor sino cómo lector, te diré que tu "Deslumbre" me ha llegado, Gemma.
ResponderEliminarY créeme, en mí, es mucho decir.
Un abrazo,
Me apunto al comentario de Pedro, parece que lo haya escrito yo... Por otro lado, a mí el tono bajo siempre me llega más. ¿Estás melancólica o finges, como corresponde? Me gusta el tándem desvalida-desvaído, y (después de buscar en el RAE) me pregunto si has tenido en cuenta la acepción de desmochar que allí aparece y si por tanto forma parte del sentido, como parece.
ResponderEliminarBesos
Pedro, deslumbrada y agradecida quedo.
ResponderEliminarOtro para ti
Susana, ¿importa mucho que la autora estuviera melancólica? Llevas razón: la pieza rezuma melancolía...
Que "desmochar" sea un derivado de "mocho" me pareció el colmo del atrevimiento para un poema. Y sí, guarda una relación de sentido, además de gustarme el verbo por su sonoridad. (Yo todo lo consulto en el DRAE... Será deformación profesional, jaja).
Besos
A mí me parece que la metáfora sin el poeta está triste, y que el poeta llora porque ansía ser metáfora. Vamos, que me pegaste la melancolía.
ResponderEliminarAbrazos.
Cuando alguien escribe un cuento trágico, nadie pregunta si ese horror le ha sucedido. Entonces por qué se le pregunta al poeta si está triste?
ResponderEliminarBella melancolía tu Deslumbre
Perdona, Gemma, que vuelva para responderte a ti y a Patricia, que da en el clavo en su observación: pues claro que no importa el estado de ánimo del poeta o del narrador de terror... es más, el auténtico mérito (entiendo) es pulsar sentimientos desde la distancia racional. Pero como el blog tiene un componente humano, una respuesta próxima y una amistad virtual, yo me apoyaba (aunque sea muy poco serio, os lo reconozco) en esa cercanía para enviar un guiño un poco más cálido que mi frecuente comentario formal.
ResponderEliminarMe he dejado llevar por el medio, ¡¡¡lo confieso!!! Y no, no pretendía chafardear en los sentimientos de la autora (aunque tengo mi lado cotilla como todo el mundo, tampoco lo voy a negar; pero en este caso no iba por ahí).
Besitos a ambas.
A mí sí que me deslumbras con tus palabras.
ResponderEliminarMe parece una gran metáfora y aunque el mocho despunte sus ondas heladas, lo que me gustaría es que hiciera una escabechina con las mentiras en oro ensartadas.
Besos deslumbrados
Gemma, la melancolía como bien dices, a veces es el oro que engalana a la mentira.
ResponderEliminarSí, algo se trunca. Queda una calma que tiene prisa por irse.
Abrazos sin desmochar.
Sergio Astorga
Poema e imagen casan tan bien que ya los he unido irremediablmente. La foto es muy bella y ya de paso te digo que me han encantado tus reportaje fotográfico de Almería, a ver si aguanta El Cabo de Gata sin que lo toquen...
ResponderEliminarUn abrazo
PD Me hubiera gustado conoceros pero lo tardío del horario del curso, este mes de febrero que está lleno de trabajo en todos los sentidos (oficial, casero y materno) y los 30 minutos arriba/abajo que me separan de Madrid, lo han hecho imposible.
Un poema precioso, Gemma, me ha encantado esa cuenta de mentiras de oro como el atardecer de la foto. Besos.
ResponderEliminarAgus, la tarde, efectivamente a través de esa melancolía que expresa la pieza, sería una prolongación romántica del estado de ánimo del poeta. De ahí que no haya posibilidad para el optimismo, y de ahí también su tristeza. Besos
ResponderEliminarPatricia, seguramente se deba en parte al hecho de que la poesía suele expresarse a través de un yo poético al que solemos vincular de forma más directa y estrecha el estado de ánimo del autor, de lo que suele estarlo el narrador con respecto al argumento de un relato. Aunque a menudo sucedan ambas cosas, o eso creo. Susana llevaba razón hasta cierto punto. Abrazos
Susana, me consta que no te movía el chafardeo, jaja. Te voy a responder con otra pregunta: ¿hasta qué punto es posible fingir la melancolía, o cualquier otro estado de ánimo extremo? Yo creo más bien que los escritores "convocan" estados de ánimo presentes o pasados, una característica esta que para mí comparte tanto el microrrelato como un buen poema, buscando reproducirlos con la mayor fidelidad posible, debidamente literaturizados. Besos
Isabel, jaja. Menuda exégesis más simpática... No te falta razón. Más besos
Sergio, cómo me gusta lo que dices. La tristeza, la melancolía o el desánimo son siempre -o eso creo- sentimientos falseadores. Un abrazo
Rosana, muchas gracias por tus palabras. Me alegra que te gustaran las fotos de Almería; las soleadas son de la semana santa pasada; las más sombrías, de estas últimas navidades. Yo me encuentro en Barcelona, pero ya le transmitiré a Fernando tu mensaje. También a mí me gustaría conocerte pronto. A ver si con motivo de las Pirañas... Besos
Manu, lo celebro. Lo más divertido de todo es que me salen estas piezas, no me atrevo a llamarlas poemas, cuando yo nunca me he considerado tal... Abrazos esta vez
Líbrenos quien pueda o deba de esos "Desvaídos dolores sin causa", sin duda los que causan más dolor, y no nos dejes sin tus palabras, Gemma, para evitar caer en la tentación de la virtud. Amén.
ResponderEliminarNostalgia de atardeceres.
ResponderEliminarMuy evocadora.
Par de abrazos.
Josep, amén. De mí no os libráis tan fácilmente... Gracias y un beso
ResponderEliminarLola, otro par de vuelta!