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Te recuerdo entonces luchando y revolviéndote con la ansiedad febril de un náufrago exhausto, cuando de pronto por la mañana llegaba a tu casa y te encontraba enfrascado en tus recortes y escritos, rodeado de tu máquina de escribir y de tus enciclopedias abiertas y deslomadas, respirando a duras penas bajo un peso de asfixia y denuedo, aunque enseguida te recomponías y desplegabas esa navegación audaz que tan ufano te hacía sentir, llena de espuma y oleaje, mientras insistías en batir tú solo las aguas aferrado al palo mayor de tu memoria, y me contabas los cuentos de siempre, y yo me tranquilizaba viéndote sobrevolar, salvaje, el fragor de la tarde, encaramado a tus recuerdos luminosos. Y te sabía a salvo un día más, a flote y a salvo para el resto de la jornada, hasta la semana siguiente por lo menos, en que volvería a visitarte sin brújula y con mis ropas de nuevo revueltas, inevitablemente empapadas.
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Germma, a quién está dedicado este precioso recuerdo?
ResponderEliminarQuerida Gemma, cada vez me gusta más como escribes, tengo muuuuchas ganas de leerte en papel. No entiendo porqué no hay luchas sangrientas entre editores, por publicarte. ¿Cuándo me darás la buena noticia de que tu libro está ya a la venta?
ResponderEliminarCreo reconocer a ese gavilán, Conmovedor y emocionante texto.Besos.
ResponderEliminarPrecioso, Gemma. Me ha emocionado volver a ver esa fotografía.
ResponderEliminarUn abrazo muy, muy fuerte
Un recuerdo hermoso y un homenaje a quien es capaz de devolver esa brújula que a veces perdemos.
ResponderEliminarY entrañable, muy entrañable.
Abrazos.
Hermosa lucha y hermosa mirada sobre la lucha. No sé cuál de los dos personajes me gusta más.
ResponderEliminarBesos.
Isabel, celebro que te guste. Se trataba de hacerlo vívido, así que tu comentario me alegra doblemente.
ResponderEliminarAraceli, jaja. Gracias por tu cariño, que recibo como agua de mayo. Yo también estoy deseosa de que salga. Espero que sea muy pronto. Un besazo!
Sigma, crees bien... Me alegra mucho que te guste. Un beso grande
Freia, pensé que la reconocerías enseguida en cuanto la publicase. Gracias y un besazo
Isabel, los abuelos son brújulas siempre. Un beso
Susana, un besazo
Me gusta mucho lo que tiene de catarsis, de lucha, de tropiezo, de volverse a levantar, de ahogarse, de salir a flote, de revolverse contra todo... Y la mirada de esa niña que descubre la lucha. Me encantó.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias, Agus. Hay herencias que sólo se rescatan recreándolas, ya sea mentalmente o por escrito, porque están hechas de gestos más que de palabras.
ResponderEliminarUn abrazo
Es alentador pensar que, desmemoriados o casi, quedaremos en la memoria de otros. Me encantó cómo lo has plasmado.
ResponderEliminarAbrazos, mil.
Los recuerdos quedan en los gestos, en el olor de la sal. Parece escrito en la marea baja que siempre vuelve a subir.
ResponderEliminarBellísimo.
Saludos
Retrato de un hombre bueno que no se rinde. De un gran hombre, por tanto.
ResponderEliminarQue dejó la estela por la tan bien sabes tú navegar.
(ya sabes que los viejos me chiflan).
Entiendo, por los comentarios, que se trata de la relación entre un abuelo y su nieta. Pero lo que más me gusta del relato es la definición de amor subyacente, en la que dos seres encuentran su guía en el otro, la estrella que orienta su camino sin proponérselo, de forma natural, porque así lo dicta su corazón.
ResponderEliminarSi la muerte no es aconsejable para casi nadie, hay gente que la debería de tener totalmente prohibida. Son gente oxígeno para nuestros desconcertados pulmones.
ResponderEliminarPreciosa forma de iluminar la habitación de los recuerdos.
Un pe tó admirat.
Me sumo a lo dicho por Lola y Odys.
ResponderEliminarY encima es que los abuelos son mi debilidad, vaya que es tierno sin sensiblerias. Es sensible porque mueve algo dentro y de eso se trata.
El amor tiene muchas dimensiones
Abrazo
Gemma, he regresado varias veces como gavilán que quiere entender a su presa de lectura y no consigue, me es muy criptica la imagen: esta seta, flecha, arrow, que me señala, evoca. Confundo direcciones y circunloquios. La flecha interior azul me devuelve al punto de partida.
ResponderEliminarEs el recuerdo,me dices,la semblanza, el oteo del semblante que fue, se hunde para volver a flotar.
Tus textos me revolotean, voltean el derecho y mi envés queda fijo, amarrado en su isleta.
Un abrazo antes que se lo coma el gavilán.
Sergio Astorga
Lola, esa es, de hecho, la verdadera herencia, aunque también ella esté condenada a extinguirse al cabo. Abrazos
ResponderEliminarAda buena, lo celebro. Un beso
Nano, a mí también. Me entiendo muy bien con ellos. Siempre ha sido así. Besos
Alberto, mil gracias por tu análisis. Me parece muy bello. Besos
Josep, totalmente de acuerdo. Prohibidísimo además. :-) Misteriosamente, existen seres que oficialmente se han ido y que sin embargo sentimos muy presentes. Y no creo que sea sólo por los recuerdos que guardamos de ellos. Pe tons
Rosana, me alegra lo que me dices. Muchas gracias y un abrazo
Sergio, la imagen es un punto de lectura (con la forma de una aguja de brújula, o eso creí entonces) que mi abuelo me recortó en apenas cuatro giros de muñeca una tarde que estaba con él. ¿Verdad que es una maravilla?
Besos
Me ha gustado mucho la ternura que desprende este texto, es como una dedicataria a alguien que se quiere. El lector sospecha que es un abuelo con problemas de memoria, pero en realidad podría ser un recuerdo de cualquier ser querido. Muy bello tu texto, Gemma.
ResponderEliminarGracias, Manu. Un beso fuerte
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