...
Conduce queriendo
llegar cuanto antes al otro lado de la carretera o de sí mismo. Conduce
absorto, como si no le importara sacar el coche a pasear a esa hora de la
mañana en que las nubes adoptan figuraciones asombrosas y los cielos embelesan
de candor incendiario. Aunque no
se engaña, no consigue borrarlo, así que pisa a fondo persuadido de que hace bien, «olvidarlo
todo y olvidarse a un tiempo», de que le hace bien
fundirse con el cielo a golpe de pedal. Conduce con la locura del horizonte
como única certeza. A las siete de la mañana, cuando todo espejismo de vida
resulta un precario exceso.
...
* La foto es de Jesús Miramón, de Las cinco estaciones.
.
Conducir para llegar al otro lado de uno mismo. Brillante, amiga Gemma. Y terrible tarea la del pobre conductor.
ResponderEliminarUn trayecto quizás inabarcable. Tu texto me deja una sensación de desasosiego irresoluble. Las repeticiones acentúan aún más si cabe el bucle.
ResponderEliminarAbrazos.
Excelente en su ejecución y en su trama, la calidad se ve a distancia...a pesar de la velocidad ;) Un fuerte abrazo
ResponderEliminarA veces dan ganas de pisar el pedal a fondo, de concudir deprisa para tocar fondo.
ResponderEliminarMuy bueno.
Besos madrugadores.
Pisará a fondo para llegar y cuando llegue, pisará a fondo para volver.
ResponderEliminarBesos, Gemma.
El relato logra acelerarnos a la misma vez que se acelera la trama, sin necesdidad de preguntarnos hacia dónde va.
ResponderEliminarYo hubiera quitado el "jodido" del final, que muerde la prosa preciosista y precisa de antes.
Enhorabuena, Gemma.
Entiendo que en los comentarios no se trata de explicar si alguna vez nos sentimos identificados porque al resto, seguramente, no le importa. Así que no voy a decirlo ;-)
ResponderEliminarGemma, lo que has descrito es absolutamente humano y la narración refleja la velocidad propia de estos días, los nuestros. La prosa excelente, el final "cuando todo espejismo de vida resulta un precario y jodido exceso", de cine.
Besos desde el carril izquierdo
La locura del horizonte siempre es un acercamiento hacia el más allá, hacia donde cada uno quiera acercarse y perderse. Viajar hasta el final, ese final impreciso que la mayoría de las veces nos desconcierta porque no podemos atraparlo ni organizarlo. Ese espejismo es el que nos salva a las siete de la mañana, al anochecer o a media tarde.
ResponderEliminarMe gusta esa carrera a la que he llegado a través de tus palabras. Todavía sigo viajando a ver si logro llegar a esa línea anarajanda.
Saludos
Araceli, desde luego, todo un esfuerzo comparable a los mismísimos trabajos de Hércules. Un beso
ResponderEliminarAgus, las repeticiones ansían reflejar, como bien dices, esa ansia por lograr, esa ansiedad por llegar al otro lado también. Un abrazo
Maite, me propuse reflejar una huida hacia adelante, de modo que al hacerlo todos los elementos del paisaje se vieran implicados en la acción del personaje. Un beso
Lola, gracias. Todos los excesos son precarios por definición, qué duda cabe. Un beso
Torcuato, jaja. No lo había pensado. Llegar para volver a irse de nuevo, muy cierto. Abrazos
Ricardo, el 'jodido' final lo añadí en el último momento porque me parecía que aportaba un poco más de verismo a la situación descrita. Si sólo dices las cosas con palabras bonitas parece como si se le restase parte de su dramatismo, y de ahí que optara por el dichoso adjetivo. Un abrazo y gracias por tu sinceridad
Rocío, te agradezco mucho tus palabras pues, a fin de cuentas, yo creo que un micro tiene que resultar ante todo creíble, y hacerlo en la misma medida en que lo es un poema. De igual modo, los microrrelatos deberían resultarnos tan ficticios como lo son los propios poemas. Ni más ni menos. :-) Un abrazo fuerte
Ada buena, en ese mismo espejismo se halla la medida de nuestro acierto o perdición. Ello dependerá del grado de deseo que tengamos por.
Un beso grande
Quisiera ver este texto en uno más largo.
ResponderEliminarA lo mejor es un error, pero me ha dado ansia de más.
Besos, G.
A mí me ha gustado el jodido, precisamente por ese contraste.
ResponderEliminarNo me lo imagino con otro final.
Me da por pensar que al menos el protagonista quiere llegar a algún lado, a veces se está corriendo sin saber muy bien en que dirección.
Un abrazo Gemma.
Hola Gemma:
ResponderEliminarHe procurado prescindir de la magnífica fotografía de Jesús Miramón para poder leer el texto puro y duro.
Me interesaba poder observar -sin ayudas externas- como funcionaba la tensión narrativa con el tema del deplazamiento espacial como referente de una fuga interior.
El resultado es que consigues llevar al lector hacia "el horizonte como única certeza" (¡¡Grande Gemma!!) y que, a la postre, constituirá el verdadero cierre del texto, con esa expresión final que remite al cuasi oxímoron del título.
Supongo que no hace falta decir de que me gustó el micro, ¿no?
nos seguimos leyendo,
abrazo,
salut,
hugo
Me ha recordado a un amigo que cada vez que tiene un problema se monta en el coche y comienza a dar vueltas a la M-30. Me ha dado la sensación de estar en un círculo infinito, como un infierno eterno. Me gusta el contraste de la palabra "jodido" con el lirismo del texto, es como un puñetazo directo al estómago. Besos.
ResponderEliminar"cuando todo espejismo de vida resulta un precario y jodido exceso."
ResponderEliminarEste final es un estallido de significados, ¿no? Como un mulle comprimido.
Por otra parte, el párrafo entero me parece el primero de un texto más largo. De esos principios que se recuerdan y marcan.
Coincido con Hugo, genial crítico de cabecera, en que "la locura del horizonte como única certeza" es una de esas frases para guardar. El día en que, conduciendo, miremos adelante y digamos "... como única certeza" sabremos que sí, que la literatura está ahí.
ResponderEliminarSaludos
Gabriel
Enhorabuena por el texto, Gemma, y gracias por utilizar mi fotografía. Un abrazo.
ResponderEliminarLara, vaya... ¿Será verdad que podría estirarse un algo? Pensaré en ello. Gracias y un besote
ResponderEliminarRosana, ese 'jodido', efectivamente, nos pone sobre aviso de que el personaje ha llegado al límite de sí mismo, o acaso de una situación determinada. Un abrazo fuerte
Hugo, tu comentario es una gozada, gracias. La foto de Jesús Miramón me deslumbró por ese contraste tan acusado entre la dura y oscura carretera (lo real) y ese cielo como de ensueño (el deseo, etc) tan literario, por lo demás. Yo creo que, tal como dices, el personaje huye con el coche hacia ninguna parte, de ahí "la locura del horizonte", que a mi juicio vendría a ser más un espejismo...
Nos leemos, claro que sí. Un abrazo
Manu, pues lo de tu amigo, en efecto, no resulta tan distinto. Mientras a él le gusta meterse en el laberinto de la M-30, mi personaje finge ir en pos de un horizonte que sólo es locura. O espejismo. Un beso y gracias
Nano, pues vaya otra vez. Coincides con Lara y vuestra opinión me importa mucho, así que voy a recuperar ese texto por ver si se le antoja crecer un poco más. Besos y abrazos (y gracias)
Gabriel, el mérito es de la foto de Jesús, de cuya observación nació la frase como una verdad revelada. :-) También guardaría relación con una entrada de más abajo titulada "La mentira del horizonte", que aparece ilustrada con una foto buenísima de Josep Vilaplana. Muchas gracias y un abrazo
Jesús, gracias a ti por cederme tan bella foto. Abrazos