He vuelto a reconocerla. Hoy, sin
ir más lejos, estaba sentada en el banco de los borrachos. Fumaba un pequeño
cigarro a sorbos, como buscando recomponer sus fuerzas, o el ánimo intacto que
alguna vez tuvo. Fingía no haberme visto. Aunque no la conozca personalmente, suelo encontrármela a diario al
salir de casa. Si no la veo, la busco hasta dar con ella. Siempre que toma el camino que corre paralelo a la vía de la estación
Julius-Leber-Brücke se embosca para beber a solas, a sus anchas. La he visto
hacerlo en más de una ocasión. Se traga a morro el contenido de una cerveza
tibia, mientras con la otra mano arruga una bolsa de plástico. Da la espalda al
mundo para mejor empinar el codo. Es la vagabunda de Shöneberg. Una mujer de
mediana edad que parece una vieja. La mayoría de las veces, una rubia
alcohólica; otras, sin embargo, una dama solitaria y coja.
Vieja amiga de la casa, se agradece que la traigas y la hagas tan viva en nuestra imaginación. Tan lejana en los motivos que la llevaron donde está.
ResponderEliminarTu retrato parece una mano abierta que nunca será estrechada. Pero el gesto es noble, lleno de respeto y ternura. Y en esas condiciones, el mensaje siempre llega a su destino.
ResponderEliminarCiertas personas despiertan sentimientos turbadores, hasta diría que si uno los mira, los busca o los ignora es más por lo que te dicen de ti mismo que por otra cosa.
ResponderEliminarUn abrazo, Gemma.
Conmovedor retrato. Me ha encantado eso de que "Fumaba un pequeño cigarro a sorbos". Un abrazo.
ResponderEliminarAl micro le ocurre lo mismo que a la historia - que presupongo real -y es que no pasa nada. Por eso aciertas. La vagabunda seguirá allí y tú te la seguirás encontrando.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
Gemma,si supiera que ha sido inspiradora de tu relato es posible que se alegrara. Me ha gustado el final doble de alcohólica y dama;en este caso,
ResponderEliminarcreo que la forma de describirla se acerca más a la segunda categoría.Besos.
Es cierto Jesús, sentimientos turbadores a medio camino del rechazo y de la atracción.
ResponderEliminarTú relato, Gemma, pura y cristalina ternura.
Gemma, tu apunte retrato literario tiene la cualidad de mostrar sin intervenir, suponer sin descubrir y confrontar sin resolver.
ResponderEliminarAbrazo vagabundo.
Sergio Astorga
Yo la conozco, la vi una vez bailando entre los coches. Dicen que fue verdadermente una gran bailarina. Creo que era ella o alguna hermana.
ResponderEliminarUn beso, sister.
Me ha recordado a aquel "Documentos TV" que seguía a la inversa, el camino de una vagabunda que encontraron muerta en el metro. Qué escalofrío dan esos recorridos tan cercanos al nuestro salvo en una pequeña fisura.
ResponderEliminarPocas personas se fijarán en ella. Y tu le has dado vida y presencia, como dice Nano, en este relato.
ResponderEliminarNano, de pronto, pensé: ¿y por qué no? Pocos hay que se lo merezcan tanto como ella. Estamos de acuerdo.
ResponderEliminar(Hay personas que te conquistan en cuanto las ves.) Besones
Pedro, es tal como dices. ¿Se puede a ayudar a una mujer a la que le gusta, por ejemplo, mojarse entera cuando llueve? Aquí, como sabes, llueve a menudo; y a veces bastante fuerte, pues ella se planta en mitad de la calle para empaparse a gusto. Parece como si los resfriados que cualquiera cogería en su lugar no la afectaran a ella... Besos
Jesus, es muy cierto lo que dices. Ella me encontró a mí, o eso me parece. Un abrazo
Herman, celebro que te agrade, gracias. Tengo previsto iniciar una serie de retratos de tipos berlineses singulares. A ver si me sale. Un beso
Agus, efectivamente, la historia, o lo que en ella se cuenta, es real. A lo Truman Capote, jeje. A mí me agrada tanto como inquieta encontrármela con tanta frecuencia, esa es la verdad. No hay día en que no la vea. Un abrazo
Bambuíta, no estoy tan segura de ello. No creo que a ella le gustase verse convertida en una alcohólica. Ni siquiera aunque exhiba cierta dignidad. Porque la tiene, qué duda cabe. Un abrazo bien gordo
Josep, justamente: rechazo y atracción. O tal vez sea algo así como cierta atracción hacia el rechazado, no sé. Un beso fuerte
Sergio, pero ¿acaso tenemos arreglo? Yo cada vez estoy más convencida de lo contrario; fíjate. También debe de mostrar mi impotencia, supongo. Besos
Olga, ¿por qué nos interesan tanto ciertas personas? ¿Alguien lo sabe? Muchos besos
Araceli, retomando la pregunta anterior, creo que has dado con su respuesta... Un fuerte abrazo, doña sabia
Veronica, muchas gracias. Y, sin embargo, ¿acaso le sirve a ella que yo la haya convertido en personaje? No lo creo. Un beso
Hola Gemma:
ResponderEliminarMe ha gustado el microdocumento y tu relato. Quizá porque has dado con una de mis debilidades. Yo los llamo desertores.
En Barcelona, si bajas Ramblas, así que llegas al monumento de Pitarra (el fundador del teatre català), alli donde antes estaba la biblioteca de la Pompeu, pues allí suelen concentrarse gente como tu mendiga(unos diez o doce) A veces me acerco y hablo con ellos, ya los conozco por sus nombres. Se concentran allí porque entre otras cosas tienen cerca un Burguer King (viven de sus contenedores nocturnos) y debajo del monumento a Pitarra el Ayuntamiento ha colocado unos urinarios públicos (allí viven el par de yonquis y el resto de ellos se lavan ¡hasta la ropa! en las picas de aseo). Por supuesto, con ellos si vas de Viridiana ¡cagaste!
Hay un par de ONGs que metieron esa pata y han salido escaldados.
¡¡Claro que he visto a tu mendiga!! Esta gente tiene un valor:su historia a partir del día en que deciden bajarse, no del mundo sino de la realidad que esta jodida soociedad les adjudicó. No sé si tu mendiga es alemana o no, lo digo para que te acercaras y hablaras con ella. Quiero suponer que hace días que te espera.
Reitero, buen microdocumento y como siempre , marca de la casa , muy bien contado.
un abrazo,
salut,
hugo
Hugo, sí, ella es alemana. El problema que yo veo, hoy por hoy, es que apenas puedo mantener una conversación en alemán... De saludarla, cuando me la cruzo, no he pasado. Tal vez cuando sepa hablar mejor...
ResponderEliminarMe resulta muy interesante lo que me cuentas acerca de los mendigos de mi ciudad natal. ¿De veras conversas con ellos? Me gustaría estar ahí en esos momentos para poder escuchar vuestra charla. Un abrazo y gracias por tu amables palabras.
querida Gemma, es cierto que estas historias se adentran en nuestros miedos ocultos. No sólo por lo pequeña que puede ser la fisura entre ellos y nosotros (como dicen Araceli y Esnaola), sino también porque ponen a prueba la veracidad de nuestro discurso.
ResponderEliminarun beso
Siempre he pensado que estas personas tuvieron una vida diferente antes de caer en la calle, que fueron 'normales', con sus rutinas,con sus dudas y sus sueños. Siempre pienso qué clase de lluvia les borró el pasado para acabar convertidos en borrachos sin techo. ¿Qué niebla nos cubre para llegar a un mundo negro de miseria? Despreciados por la mayoría de 'normales'. Y qué suerte, si se puede llamar así, tenemos por no encontrar ese camino, al que todos, por diferentes circustancias, podríamos llegar.
ResponderEliminarImpresionante, duro y lleno de una dulzura amarilla este retrato.
Quizá 'ellos' anden buscando su Ítaca.
Un saludo
María, probablemente sea eso mismo que señalas lo que nos inquiete más. Vernos en los ojos de quien nada espera ni pretende... Besos
ResponderEliminarAda, tal como dice María, la fisura que nos coloca a un lado u otro es resultado, como la vida, del más impuro azar...
Un abrazo
No la he visto pero la conozco, porque la has traído, porque la sé en otras. Me gusta la escritura de este fragment. Me siento en tus ojos.
ResponderEliminarBeso.
Muchas gracias, Izaskun.
ResponderEliminarA mí también me gusta sentirme en tus ojos.