La frente, despejada. Los ojos, entornados. La boca, entreabierta. El cuello, estilizado. El gesto, lascivo. El escote, profundo. Los pechos, firmes. Los hombros, redondeados. Aunque, a decir verdad, ahora se daba cuenta, aquella mujer no tenía ni pechos ni hombros, sino más bien clavículas... perfiladas. El escritor impaciente se convenció de pronto de que si seguía por ese camino plagado de adjetivos disparatados, amén de tópicos y previsibles, no iba a poder erigir en toda la noche un relato mínimamente decente. A no ser que...
-¡Un momento! -imploró de pronto a un público que sabía no menos generoso que exigente-. ¿Qué hace esa zapatilla ahí en medio, colgando de la nada? ¿De veras no se dio cuenta el dueño del negocio, probablemente una mercería con las horas contadas, de que ese zapato de mujer, una sandalia de verano para ser más exactos, no debía de ponerse jamás a la altura de tan respingona nariz? Claro que, tal vez, la verdadera historia se agazapara, en realidad, tras el escaparate grotesco, en el espacio franco de la tienda desnuda con mostrador impoluto, o incluso en la trastienda fría, cuyo misterio creía adivinar a lo lejos, tras la oscuridad impenetrable que parecían enmarcar unas cortinas de encaje que, a buen seguro, fueron tejidas por el pulso firme de su anciana madre... La del tendero, claro.
Cuando concluyese el relato de misterio, ¿o era de intriga?, ya se encargaría de podarlo de tanto adjetivo inútil...
En un diario no tiene cabida el mundo entero, creo que en el único lugar donde cabe completo es en el alma del artista, a veces es tan grande y tan pesado este planeta, que quien lo sostiene se termina quitando la vida, porque no hay quien entienda este peso, porque no hay a quien le interese entenderlo, mucho menos compartirlo.
ResponderEliminarTe dejo un saludo, feliz 2009
Molt interessant com comença amb tants adjectius per al final dir que ja s'encarregaria de la poda, en aquest cas, el propi lector.
ResponderEliminarYa decía un poeta chileno que cuando el adjetivo no da vida, mata.
ResponderEliminarFelicitaciones por tu texto.
Abrazos, L.
Las apariencias ¿engañan?en este caso parece que el escaparate es fiel reflejo de lo que hay detrás.
ResponderEliminarlos primeros adjetivos contrastan con la sensación de tristeza y soledad del mundo del tendero.Un abrazo.
Y sin poda y todo excelente texto. ¡Qué traviesa te me apareces! ´¡ Y qué increíbles escaparates nos muestras!
ResponderEliminar(El título me parece espectacular)
Felicidades
Izaskun
Javier, bienvenido. A mi modo de ver, en un diario, (léase bitácora), y hasta en una célula si me apuras, cabe el mundo entero en tanto que expresión de la vida.
ResponderEliminar¡Y feliz año para ti también!
Txell, pretenia no només reflexionar sobre la utilitat/inutilitat dels adjectius (jo crec que són necessaris sempre que siguin justos), sinó també sobre la naturalesa de la ficció. Com, de vegades, el text no funciona -en part- perquè la història es troba a una altra banda...
Lilian, jaja, gracias. Para mí es un placer tenerte como visitante. De verdad de la buena. Abrazos redoblados
Pepa, no te falta razón. Esta vez, y como excepción a los escaparates que suelo mostrar, todos ellos de Berlín, la foto la saqué en Estocolmo, paseando por la Ciudad Vieja con F. A mí me pareció un escaparate tétrico, y profundamente triste. Y al mismo tiempo, como bien dices, un fiel reflejo de lo que escondía detrás: un tendero sin demasiadas ilusiones por el negocio, o eso creí ver. De ahí que el micro sugiera hacia el final que la verdadera historia se encuentra justo detrás... Abrazo grande.
Izaskun, a veces consigo disfrutar muchísimo escribiendo... En cuanto al título, ¿no te parece a ti que tiene algo de bodegón? Un besazo
Y los ángeles azules, sempiternos, en primer plano...
ResponderEliminar¡qué tristeza Mega!
Ay, los adjetivos, las podas. Ardua tarea la del escritor...
ResponderEliminar¡Feliz 2009, Mega, esperemos lleno de letras, palabras y amistad!
bss
pd.- ¡ya te he puesto cara, por fin ;P!
Meine Gräfin, Vd. siempre tan observadora... (La historia es triste porque la vida que describe lo es, sí.)
ResponderEliminarMarina, ojalá se muestre tan lleno de letras (y de amistades) como el anterior... Feliz año para ti también.
Besos
Tengo la sana y envidiosa impresión de que te has divertido adjetivando con brocha gruesa mientras tejías este micro –o se destejía en tu mente llevada de esa composición tan extraña-. Sobre esto último, se me dio por pensar que semejante adefesio ya no existe más, que tal vez pasaste por allí en un momento de reforma, de locura transitoria del dueño, de repentina y burlesca fobia anti turistas, de rebelión de los inanimados en el escaparate. Y hoy todo está nuevamente adecuado a sus germanos moldes. Y que a ti te cayó en suerte verla en su día malo o deschavetado, pero tan sugerente para hacer un micro!!
ResponderEliminarMe están sobrando adjetivos, peo se me pegó tu gracia de jugar con ellos un instante. Saludos