miércoles, 29 de octubre de 2008

La vida en un hilo

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Quisiera tener un papel a mano, y el pulso y los ojos de cuando tenía veinte años, para transcribir estos pensamientos que aún me sostienen. Dejar constancia de la fugacidad de la vida, del enorme desgarro que se asienta en las vísceras, de la muerte que se abre paso sin permiso, con la lentitud de una reina malvada, mientras pesadillas sin cuento revolotean feroces, en mísero aleteo ruin. Unas pocas palabras cojas y vacilantes, macilentas de espanto y ahogo.
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Si pudiera envolver el terror que siento en un trozo de papel -ni que fuera de estraza-, me dolería mucho menos esta soledad mía hecha de retazos. Tengo más de 90 años y todavía no sé qué va a ser de mí.
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13 comentarios:

  1. aaaay no Mega, no, no me digas que ni con 90 años uno encuentra su lugar en el mundo que puedo entrar en paro cardiaco...

    he sentido sus manos huesudas, venosas, inútiles, sus ojos borrosos, su ahogo...y también su terror...
    y me ha dado miedo...

    como eres...siempre lanzándome a reflexiones que me inquietan ;)
    (esto de pensaaaar....)

    un abrazo!!

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  2. Cuanta angustia destilan estos pensamientos, esta palpable soledad ante lo que se le avecina...Pero creo que es una pregunta que nos hacemos y nos haremos todos: "todavía no sé qué va a ser de mí." no importa la edad que tengamos... Estoy de acuerdo con María, me ha dado miedo evocar esta figura... y lo has hecho remarcablemente.

    Una abraçada Mega.

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  3. Ay, el pobre, o la pobre, aún confía, a sus 90 años, en el poder curativo de la palabra escrita. Si supiera que sirve no más como calmante, nunca como remedio.
    El misterio de la vida, de la muerte, está muy por encima o por debajo de las palabras. Creo. Y casi espero.

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  4. La capacidad de seguir haciéndose preguntas es el mejor antídoto contra la vejez.
    Abrazo.

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  5. Me encanta cuando te pones estupenda y escribes estas cosas desgarradoras. Sin comentarios.

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  6. No saber qué nos espera tal vez sea la incertidumbre que nos mantiene. Angustiosa imagen que se siente cierta.
    Un abrazo,
    Izaskun

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  7. "¿Qué va a ser de mí?". La pregunta es todo un clásico de la filosofía. Intentemos mitigar la angustia de la manos de X.Zubiri. Este pensador parte de que el hombre se diferencia de los animales porque supera "el estímulo" (la estimulidad o puro sentir) al tener un "sentir inteligente". Por ello sustituye la pregunta "¿Qué va a ser de mí?" por la propiamente humana: "¿Qué voy a hacer de mí?". Ya que la realidad no sólo se nos es dada, sino que nosotros mismos la conformamos. He aquí un rayo de esperanza. En esta tesitura la felicidad estribaría en hacer de esta dura realidad una realidad más moral.

    Un abrazo Mega.

    P.D.: ¿Nos tiene pendiente unas entradas sobre la gula, la avaricia y la envidia (es decir, los otros pecados capitales)?. Me hizo mucha gracia que en la "Soberbia" terminara el personaje en el Ritz. A Vd. a socarrona no la gana nadie. ¿Y las virtudes teologales?. ¿No venden, querida?. Ja, ja.

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  8. Cuando los años me aplasten, ya no te haré comentarios y tambpoco sabré que va ser de mí.
    Un abrazo ya sin pulso.
    Sergio Astorga

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  9. Diría que este personaje es muy optimista, aunque su discurso esté presidido por los lamentos. Lo cual viene a demostrar que nadie está muerto hasta que verdaderamente se muere. Un relato muy interesante. Saludos cordiales.

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  10. María, y es que a los 90 años, cuando se llega, se tiene más miedo que a los 3. Terrible la naturaleza.

    Selma, en efecto: miedo, angustia y soledad. La edad, en principio, no importa, aunque sospecho que la conciencia a los 90 pesa mucho más que la nuestra de ahora.

    Viajero, pues yo no estoy muy segura de que el misterio de la vida esté por encima de la palabra... En cualquier caso, coincido contigo en que la palabra (escrita o no) sirve tan sólo de consuelo (intermitente).

    Freia querida, sí. El tema del micro es justo ése: la desesperanza.

    Araceli, es cierto. Aunque me parece a mí que, a partir de los 80, los años pesan como losas.

    Manuel, celebro que te parezca "desgarrado". Eso mismo pretendía.

    Izaskun, muy cierta, sí. Yo también creo que esa angustia nos mantiene y sostiene.

    Dardo amigo, la esperanza es un buen antídoto para el que todavía es joven, sin duda. ¿Virtudes teologales? Prometo estudiar esa posibilidad con detenimiento, jaja.

    Sergio, espero que para entonces tengas cerca otros consuelos.

    Isabel, jaja. ¿Optimista, dices? Pues vas a llevar razón. Lo que le pasa al pobre es que no se quiere morir de ningún modo. ;-)

    Besos y abrazos a todos

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  11. Ya casi está dicho todo en otros comentarios, Mega. A mí me ha gustado mucho cómo nos vas transmitiendo lo que siente esta persona y, a medida que avanza el texto, se nos va encogiendo el corazón.
    La frase que más me ha impactado es ésta: "... mientras pesadillas sin cuento revolotean como cuervos en celo de mísero aleteo ruin."
    Un beso.

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  12. Estoy con esa isabel romana. Mientras piensas, luchas por ser. Lo que no quiere decir que no sientas dolor. Posiblemente, a partir de ciertos años, el dolor es un compañero domesticable.

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"