domingo, 7 de septiembre de 2025

miércoles, 3 de septiembre de 2025

1.071

 


No confundir lo que las cosas son en este instante repentino en que suceden —y ya no digamos determinadas gentes y países, los paisajes que habitan y las situaciones que viven aquí y ahora—, con aquello otro que querríamos que fueran o que acaso acabarán siendo mañana, pasado mañana; cuando nuestro indecible anhelo se dé de bruces, por enésima vez, contra semejante carga.

martes, 2 de septiembre de 2025

1.070

 


Parece como si, de un tiempo a esta parte, la gente no alcanzara a entender lo que se le dice, ya sea positivo, negativo o neutro, sino tan sólo aquello que desearía que se le hubiera dicho. Cada vez nos comprendemos menos.

lunes, 1 de septiembre de 2025

1.069

 


De repente, no importa tanto que las cosas hayan sucedido como que se diga o sostenga que lo han hecho. Hemos dejado de comprobarlas, para volver a creerlo todo a pies juntillas.

domingo, 31 de agosto de 2025

1.068

 



¿Seguro que el umbral definitivo es el de la muerte? ¿No podría ser, más bien, el del amor?



sábado, 30 de agosto de 2025

viernes, 29 de agosto de 2025

1.066

 


Hay silencios farragosos como una cansina perorata; pero también los hay necesarios como una mirada sucinta de reconocimiento.

jueves, 28 de agosto de 2025

1.065


La perplejidad, la indecisión, la incompletud...; en suma, lo inacabado fluctuante como producto de todas las esperas o aplazamientos del ser —¿o habría que decir mejor «evoluciones, avances, desarrollos»?

martes, 26 de agosto de 2025

1.064





Somos el tiempo que transita y nos conforma. También el tiempo pétreo que apenas nos confirma.

1.063

 



No hay conciencia cierta sobre lo que haremos mañana o pasado mañana, aunque el rostro inextricable del futuro asome su cautela por entre las brumas ralas del tiempo.

lunes, 25 de agosto de 2025

domingo, 24 de agosto de 2025

sábado, 23 de agosto de 2025

1.060

 



Atender los asuntos del espíritu a conciencia, sin impedimento, embarazo o empacho que valga o constriña, para que los relativos al intelecto discurran, cuando menos, con semejante desahogo.



1.059

 




La querencia del deseo, esa clase de felicidad indómita.

1.058

 



Despejar la mente de pesadumbres vacuas para, desde esa ligereza recién adquirida, concentrarnos en lo que verdaderamente importa: emprender, al fin, un vuelo oceánico.

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"