lunes, 27 de enero de 2025

Teoría del gran infierno, de Iván Humanes

Entre el átomo y la estrella

Iván Humanes, Teoría del gran infierno, Pez de plata, Oviedo, 2024

Hay varias poéticas en este libro camufladas entre textos: en la coda, por ejemplo, en el segundo micro de esta sección, el autor comenta: “Y extrajeron con cuidado el microrrelato de sus entrañas”, en clara alusión a “La piedra de la locura”, de Fernando Arrabal. Como si en el caso de Humanes, un microrrelato fuera algo que sale de las vísceras, que se vomita.

A lo largo de este conjunto de prosas narrativas breves, el autor establece un paralelismo táctico entre los movimientos del ajedrez de una partida y del libro como tal, como artilugio que hay que construir con los diversos movimientos de las piezas que son los microrrelatos numerados y las partes diferenciadas en que se divide, y con el recurso a las ilustraciones con fines concretos: las de la cubierta, como apertura, y las de cierre, para acabar la partida mostrando unos cuantos peones más; pero también con las dos fotografías —la primera, un fotomontaje—, de Susana Pozo, más que inquietantes, que ejemplifican y simbolizan, en esencia, el contenido del prólogo y el epílogo a los que acompañan. En ese sentido, no he podido evitar interpretar esos puntos suspensivos entre paréntesis que separan dos textos en una misma página como si se correspondieran con los saltos del caballo...  con umbrales que conectaran piezas distintas por un hilo a veces circunstancial: la alusión a las lágrimas, una referencia bibliográfica, el centro de acogida de esas brujas desahuciadas ubicado en el faro… De igual modo, resulta curioso que el autor lo haya concluido con esas ilustraciones que parecen estar a mitad de camino entre el grabado y la técnica del collage, y que me recuerdan, en su espíritu de retratar el horror de frente, algunos aguafuertes de Goya o la imaginería fantástica de El Bosco… Veo un interés en Humanes por combinar, de forma expresa, artes diversas, en una especie de eclecticismo artístico que pretende ilustrar, a base de texto e imágenes, una representación aproximada del caos del mundo.

Siguiendo con el orden y la estructura, el prefacio y el posfacio con sus ilustraciones cumplirían, pues, con esa función propia de querer arrojar un poco de luz a la lectura del libro... —en clave de testimonio siempre, pues ese narrador del posfacio que juega al ajedrez con Vivancos bien podría ser él mismo; y Vivancos, claro, su colega y amigo Vivancos...—. Así las cosas, mientras en el prefacio una voz narradora innominada nos anuncia que todas las viejas ingresadas en la residencia del faro son brujas escritoras, aunque ella sea la única interesada en escribir microrrelatos; en el posfacio, se confirma, esta vez en boca de un narrador masculino que remeda la voz de su autor, que la autora del libro es una tal Kitty, nombre en clave en Instagram de esta anciana ingresada que aparece en el micro número 43; aunque de nuevo no sabremos cómo se llama en verdad, cuál es su nombre verdadero. Incluso la compara en el posfacio con la actriz extravagante Julie Strain, quien, según aclara Wikipedia, murió tras perder el juicio. Todo muy tenebroso y oscuro, en un ejercicio expreso de misterio y de ocultación, de disfraz y de sucesivas veladuras.



En el libro existe una pluralidad de voces (aparecen fantasmas, muertos vivientes y algún narrador masculino) dentro de esa sección llamada “Pequeños insectos” que forma el cuerpo del volumen, y que dan testimonio personal sobre la desgracia o penalidades de sus vidas... Hay ahí una voluntad de velar identidades más que probada si tenemos en cuenta que, aparte del testimonio de Kitty en diversas piezas, aparece el testimonio en primera persona de varias de estas ancianas ingresadas, a las que Kitty cede la voz; mientras que ésta suele usar el plural (mayestático) en sus micros para hablar de las actividades comunitarias de todas ellas en el manicomio del faro, haciendo de maestra de ceremonias. Otras veces, también echa mano el autor de un narrador omnisciente que cuenta, desde fuera, las penalidades de sus personajes... Todo como si fuera un baile de máscaras y de identidades que se confunden y solapan entre sí. No en vano, hay mucho de juego en este libro.

El hecho mismo de que no titule los micros de forma deliberada, junto con la ausencia de nombres propios para las distintas voces narradoras (la mayoría, brujas del centro o residencia en lo alto del faro), me parece que también apuntaría a la voluntad de crear una especie de personaje colectivo, de querer colectivizar todas sus voces como si fueran las voces del faro, de esta comunidad de brujas escritoras; y, en general, creo que todas ellas se han propuesto contar lo incontable, es decir, hacer recuento de las distintas expresiones del mal para horrorizarnos con un catálogo bastante exhaustivo sobre lo vergonzante y escondido, lo grotesco y oscuro que define al ser humano, lo siniestro y tenebroso, sin olvidar lo perseguido o tabú como la homosexualidad; me refiero sobre todo al maltrato físico en la pareja, a distintas manifestaciones de los pecados capitales como la lujuria, la pereza, la ira o la avaricia y, claro, al conjunto de prácticas de brujería, tales como el canibalismo, el asesinato y el descuartizamiento festivo que aparece en sus páginas, además de a otras maldades cotidianas tales como la crueldad, la traición y el abandono del semejante para retratar esa otra clase de mal (¿menor?) tan común y corriente, pues buena parte de sus narradoras personaje han sido abandonadas y se sienten solas, y estarían ejerciendo el mal como si fuera una forma de defensa o un ajuste de cuentas; como si respondiera en buena parte a cierta necesidad de restablecer el equilibrio perdido, una especie de justicia poética por así decir. La misma Kitty se lamenta de haber sido ingresada en la residencia del faro contra su voluntad y de ahí que se dedique a hacerle vudú a un muñeco que es su yerno, seguramente el responsable de su ingreso en el centro.

Añadamos que todo ello lo hace desde el humor negro y buenas dosis de sarcasmo... En definitiva, la mayoría de estos seres son más dignos de compasión que de repulsa. Acaso todo este extenso catálogo de manifestaciones del mal no sea más que una enorme excusa para hablarnos de las afecciones presentes, aparte de para exorcizar sus miedos al describir como hace ciertas conductas humanas dudosas, a menudo insoportables. Un ciclo de microrrelatos, éste, cuyos componentes (texto e imágenes) se combinan y expanden como si fueran átomos en movimiento que aspirasen al relumbre discreto y elegante de las estrellas.

* Esta reseña ha aparecido en el núm 493 de la revista de literatura Quimera, correspondiente al mes de enero del 2025.



lunes, 13 de enero de 2025

1.039

Leve levitación ingrávida ejercida sin que ángel o demonio sujete, sostenga o embride el ser.



jueves, 2 de enero de 2025

1.038

Muy lentamente, qué se le va a hacer, vamos cayendo en la cuenta de la verdadera importancia de cuanto se nos viene encima.


miércoles, 1 de enero de 2025

1.037

Desconocemos, en grado sumo, el alcance de nuestra posibilidad de cambio. Así como de nuestra resistencia.



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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"