. Una mocita quiso querer un día venturoso a un mozo de bien. La garza atrevida, dichosa y alegre de puro candor, recibe el cortejo mocero con gentil corazón. ¡Nada hay más bello que verlos danzar en compañía y audaz vuelo de su otredad! .
Creía que eso les ocurría sólo a los jóvenes; a los jóvenes incautos. Pensaba que la madurez era una especie de escudo defensivo gracias al cual la vida, sus peores incidentes, resbalaban piel abajo sin mayores consecuencias. Por fortuna, solía decirse. Y, desde luego, creía que a él no le iba a pasar nunca cosa semejante. Pero ocurrió. ¿Dónde se había visto? Trató de ignorarlo; basta no creer en algo para que ese algo terrible no exista, se dijo, convencido de sus buenos reflejos. Y aunque los días empezaron a correr más ágiles, al cabo no pudo evitar que un runrún extraño se instalara en la boca de su estómago. Es el trabajo, zanjó. ¿En serio?, se cuestionaba tan sólo horas después. Fue al médico. Tenía palpitaciones y sueños deslumbrantes como fogonazos. Tuvo que admitir que pensaba demasiado en ello. ¿Se estaría enamorando? Decidió atajarlo de raíz, dejar de verla. Fue peor. El runrún que albergaba su estómago hizo implosión. Basta no querer reconocer algo, para que ese algo terrible exista aumentado, barruntó. La situación empezaba a ser embarazosa. Optó entonces por decírselo. Quedaron un día cualquiera y se le declaró. No fue correspondido como esperaba. Se deprimió. Ahora trata de calmar los periódicos estallidos que soporta su estómago practicando alambicados deportes de riesgo; también atiborrándose de toda clase de noticiarios. Cuanto más tóxicos, mejor. Como si la propia desazón del mundo pudiera alcanzar un día a cubrirlo por entero. Sigue descorazonado y confuso. No tolera que no haya cura.
. Sublimación: engrandecimiento, exaltación, ensalzamiento o elevación del ser a un grado por entero desconocido, parece querer apuntar el DRAE. "Sublimados, dejaron de ser ellos para convertirse en un trasunto de sí mismos". .
. . Hermosa vida que pasó y parece ya no pasar… Desde este instante, ahondo sueños en la memoria: se estremece la eternidad del tiempo allá en el fondo. Y de repente un remolino crece que me arrastra sorbido hacia un trasfondo de sima, donde va, precipitado, para siempre sumiéndose el pasado.