Tal vez la solución estuviera ahí, en esos carteles que nadie veía de tan grandes. Si pudiera colgar algo parecido en mitad de la calle cada semana, con esa precisa intención... Si todos los días de su vida un cartel dijera o hablara, expresando -en dosis justas- ese empeño, ese clamor por querer, todo ese poso emponzoñando su trasfondo por no hallar vía ni acomodo; si todo ello pudiera asomarse y flotar, y tal vez -por qué no- planear un poco, con alas inmóviles del susto, tal vez toda esa ansia cargada de ansia no existiera así, y su vida fuera distinta: más desnuda tal vez.
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