miércoles, 8 de octubre de 2008

Cuerpo del delito

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En la esquina de aquel aparador, una cabeza resquebrajada de arlequín multiplicaba su desazón de mercadillo en el espejo, empañando de melancolía el resto de prendas allí expuestas. A su lado, una zapatilla puesta como al descuido compartía, en mitad del escaparate, el apagado brillo de seda de la víctima.
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lunes, 6 de octubre de 2008

El presente continuo

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Sobre las tablas, tres grandes hombres en fila india dan vueltas en círculo sin demasiado entusiasmo. Ignoran quién los ha convocado y por qué ese alguien caprichoso ha querido reunirlos. Los tres se hallan igual de incómodos y malhumorados. En apariencia, no hay público que los observe.
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De pronto, El pasado remoto, el mayor de los congregados aunque también el más niño, se ha puesto a pelar una naranja de espaldas a sus compañeros, como si no quisiera compartirla. El presente implacable ha preferido no inmutarse, sabedor de que El futuro incierto tarde o temprano termina cobrándose nuestras mezquindades.
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Pero tras terminar El pasado remoto de comer su naranja, El presente ha estallado sin remedio. Enojadísimo, ha decidido salirse del círculo que formaban los tres; acaso un golpe de efecto para recuperar el protagonismo perdido. Le ha bastado dar un paso al frente para ello.
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EL PRESENTE IMPLACABLE: Señores, sigan ustedes sin mí. No tiene sentido que les acompañe por más tiempo...
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El futuro incierto, conocedor de su naturaleza resentida, de su comportamiento quejica e irresponsable, ha girado la cabeza para cerciorarse de que, en efecto, el tipo acababa de cumplir su amenaza.
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EL FUTURO INCIERTO: Y entonces, ¿cómo pretendes que nos las apañemos?
EL PRESENTE IMPLACABLE: Como siempre hacéis, ¡vaya pregunta!: repartiéndoos el protagonismo.
EL PASADO REMOTO: ¿Qué diablos le pasa a éste? ¿Está tonto?
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El futuro incierto le ha hecho un gesto con la mano, como diciéndole «Allá tú». Pero El presente ya no escucha, ni piensa moverse un milímetro de su posición.
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Pasan las horas y la situación sigue igual. En realidad, sin la consabida mediación de El presente implacable, resulta harto difícil dilucidar si El pasado remoto persigue sin tregua a El futuro incierto o sucede, más bien, al contrario. En cualquier caso, parece como si El presente de ambos se hubiera vuelto perpetuo. Implacable, sonríe satisfecho mientras hace mutis por el foro...
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jueves, 2 de octubre de 2008

Frases malabares, 2

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I.
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¿Cómo ascender? Sube, sube y no pienses.
Friedrich NIETZSCHE
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La amistad te impide resbalar al abismo.
Bruce SPRINGSTEEN
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La naturaleza siempre ha tenido más fuerza que educación.
François-Marie Arouet VOLTAIRE
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La audacia sin juicio es peligrosa, y el juicio sin audacia, inútil.
Gustave LE BON
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La educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que la naturaleza es capaz.
Immanuel KANT
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II.
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La amistad te impide ascender. Así pues, ¡sube, sube y no pienses! El juicio sin audacia es inútil, y la naturaleza siempre ha tenido más fuerza que educación. Si la educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que la naturaleza es capaz, ¿acaso no resbalará de todos modos al abismo como peligrosa manifestación de la audacia sin juicio?
MICROmegas
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III. Y un microrrelato
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Creíste que la amistad te impedía ascender; que ya estaba bien de tanto sacrificio. ¡Sube, sube y no pienses!, te respondieron. A decir verdad, te sirvió de bien poco. Estabas convencido de que el juicio sin audacia se revela inútil, que la naturaleza siempre ha tenido más fuerza que educación. Pero ni siquiera entonces. Olvidaste, mísero de ti, que esa educación que despreciabas acaso podía desarrollar en algunos hombres toda la perfección de que la naturaleza también es capaz. Y por olvidarlo, resbalaste al abismo, partidario -pobre infeliz- de una audacia peligrosa, sin juicio.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"