Cuatrocientos diecinueve

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Autocrítica:
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1.) Al crítico le disgusta tanto no reseñar lo que quisiera como lo contrario. 
2.) Al crítico amateur le cuesta asumir la crítica de los otros. 
3.) El buen crítico debe aprender a guardar silencio, mal que le pese.
4.) Toda crítica (también la favorable) es susceptible de crispar los egos ajenos.
5.) Sé crítico y te amarán como mereces.
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Cuatrocientos dieciocho

Ser mayor para poder comportarme como una señora.

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Cuatrocientos diecisiete

El amor es un sentimiento profundamente nostálgico.

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Cuatrocientos dieciséis

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Reconozcámoslo: el mayor deseo es ver cumplidos nuestros deseos.

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Cuatrocientos quince

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Los otros son nuestras verdaderas máscaras.

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Cuatrocientos catorce

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La fortuna que debería correspondernos nos la juega a diario. 

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Cuatrocientos trece

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Poderosos del mundo, ¡desuníos!

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Cuatrocientos doce

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La nostalgia nos colma de anhelos insatisfechos.

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Cuatrocientos once

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Optar siempre por la bondad de la inteligencia, por ahuyentar del corazón la malvada estupidez. 
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Cuatrocientos diez

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Empezar a destiempo. Fuera del tiempo.
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Cuatrocientos nueve

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¿De dónde nace la sensación de estar empezando algo distinto? No haberlo alumbrado aún y, sin embargo, sentir su empuje.
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Cuatrocientos ocho

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Dominados por el medio, abocados al pánico. 

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Cuatrocientos siete

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Según las ciencias económicas, no somos más que baratijas en un mercado de saldos.

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Cuatrocientos seis

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Dejémonos de cuentos: la verdadera realidad es la soñada..
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Cuatrocientos cinco

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Determinadas certezas nos infunden una incertidumbre aún mayor.

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Cuatrocientos cuatro

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Deseo es el deseo es el deseo es el deseo.

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Cuatrocientos tres

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La inquietud de saberse vivo.

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Cuatrocientos dos

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Los futuros más audaces se construyen mediante el ejercicio de atemperar en la debida proporción nuestros deseos. (O la cuadratura del círculo.)
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Cuatrocientos uno

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¿Pero acaso existe una moral que no sea hija de las circunstancias?
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Cuatrocientos

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Aforismarse. Asomarse a la posibilidad del aforismo con el bolígrafo en vilo y una asentada sorpresa frente a lo que está por venir.
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Trescientos noventa y nueve

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Las pasiones nos amordazan.

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Trescientos noventa y ocho

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El mundo va a su maldita bola. 

¿Debemos, pues, 
rasgarnos las vestiduras? 
¿Abrirnos las venas? 
¿Cerrar la boca 
para que no entren 
moscas inoportunas? 

¿Acaso deberíamos
quitarnos el sombrero,
ponernos las botas? 

La bola del mundo no debería importarnos, 
pero nos importuna
mal que nos pese 
                               -y nos pesa mucho-.

Cada segundo 
cientos de almas 
se estrellan contra el asfalto; contra esta ciénaga
que, en realidad, es 
camposanto.

Trescientos noventa y siete

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También la rabia puede devenir en pócima milagrosa. 

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Trescientos noventa y seis

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Lo contrario del deseo es el desaire; la desafección. Y, sin embargo, al desestimar algo querido un poso huérfano de afecto se nos queda dentro. 

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Trescientos noventa y cinco

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La vida nos condena a traición a que sigamos viviéndola. 

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Trescientos noventa y cuatro

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Para progresar como es debido, 

es preciso cargarse el progreso ajeno.

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Trescientos noventa y tres

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Los verdaderos amantes terminan (tautológicamente) amándose. 

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¡Feliz 2017!

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(Por fortuna) la juventud se recupera cada fin de año.
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Trescientos noventa y dos

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El tono vital predominante es la disonancia, la falta de concierto.

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Memento mori

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Esperanzada, corro a tu encuentro. No me respalda ni la sensatez ni ese futuro incierto que hoy parece, una vez más, dispuesto a perpetuarse. Hablamos toda la tarde sin descanso, entregados al vertiginoso ejercicio de mirarnos. Una risa suelta nos brota a cada rato. El tiempo da implacables dentelladas con gesto distante. No será prudente, pero yo pienso seguir yendo a tu encuentro cada vez que te distinga a lo lejos y vea brillar tus ojos como ascuas, mientras reímos encendidos; compartir contigo, mientras dure, este raro instante.
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Trescientos noventa y uno

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La memoria colectiva del olvido cotidiano; el pan nuestro de cada día.
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Trescientos noventa y ¡felices fiestas!

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Frecuentar a gente de pocas luces nos deja a oscuras.

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Que estos días tengáis a vuestro alrededor toda la luz deseada...

Trescientos ochenta y nueve

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Las segundas oportunidades son, a menudo, auténticos amagos de vida.
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Trescientos ochenta y ocho

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Con la edad nos volvemos todos terriblemente audaces.

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Trescientos ochenta y siete

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El deseo es algo tan lábil e imprevisible como sólo puede serlo él mismo. 
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En la revista LITORAL

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Muchas gracias a Antonio Lafarque por invitarme de nuevo a subir a este hermosísimo tren que es siempre la revista Litoral. Promete belleza y literatura a raudales. ¡No lo dejen perder!

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En The Barcelona Review

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Muchas gracias a Andreu Navarra por invitarme a participar en el último número de The Barcelona Review, lo que me resulta muy grato tratándose de mi ciudad y apareciendo, como hago, tan bien acompañada. Los micros pertenecen a Maleza viva (Jekyll & Jill, Zaragoza, 2016).

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Trescientos ochenta y seis

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De tanto desearlo, perpetuamos lo que no quisiéramos que existiera hasta hacerlo inolvidable.
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Trescientos ochenta y cinco

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Los grandes vividores son, a menudo, seres desconsiderados. 

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Trescientos ochenta y cuatro

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La luna se llena de pura melancolía.

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Trescientos ochenta y tres

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Las frustraciones nos convierten en dóciles verdugos.

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Trescientos ochenta y dos

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No hay bien que por mal no se tenga.

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Trescientos ochenta y uno

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El pasado nos cambia la vida.

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Trescientos ochenta

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Todo aquel a quien le van siempre bien las cosas acaba siendo un cenizo.
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Trescientos setenta y nueve

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La felicidad que no nos merecemos nos sabe mejor. 

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Trescientos setenta y ocho

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Ciertas convenciones sociales no nos convencen en absoluto. ¿Será por la falta de convicción que se desprende de ellas mismas, o debido a una carencia nuestra? La ausencia de un convencimiento profundo de cuanto nos rodea escatima el menor atisbo de certeza.

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Trescientos setenta y siete

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Perseguir el cumplimiento de nuestros objetivos nos aleja del goce de lograrlos. 
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Trescientos setenta y seis

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Por resbaladizo que parezca, nos reafirmamos a contracorriente. 

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Trescientos setenta y cinco

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Con la edad, lo obvio empieza a ofendernos.

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