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Ya estoy de nuevo en Berlín. Después de instalarnos, he revisado el contenido de unas cajas que dejé allí ex profeso cuando regresamos a Barcelona. Son tres recipientes de tamaños distintos. Abro la primera, veo un sobre grande y blanco, le doy la vuelta y leo, escrito de mi puño y letra en una de sus esquinas: "Al tiempo le gusta brujulear como si estuviera encerrado en un reloj ingrávido". Seguía estando conforme: a mí me agrada especialmente la ingravidez de esta ciudad.
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jueves, 20 de febrero de 2014
lunes, 10 de febrero de 2014
Un continente precipitado
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Bastaba cerrar los ojos para vislumbrar la trama en la que mi casa era escenario y sustancia de cuanto me constituía; y yo, un continente irremediablemente contenido, a salvo -o eso creí- de cualquier borrasca inoportuna. Esta vez, no obstante, el sueño mostró las baldosas del cuarto de baño abriéndose raudas al baño del cuarto, como el dique que franquea sus compuertas sin estorbo, mientras una cantinela de pesadilla transpiraba entre bostezos su pequeño ahogo cotidiano. Me acomodé mejor la almohada. Seguí durmiendo.
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Bastaba cerrar los ojos para vislumbrar la trama en la que mi casa era escenario y sustancia de cuanto me constituía; y yo, un continente irremediablemente contenido, a salvo -o eso creí- de cualquier borrasca inoportuna. Esta vez, no obstante, el sueño mostró las baldosas del cuarto de baño abriéndose raudas al baño del cuarto, como el dique que franquea sus compuertas sin estorbo, mientras una cantinela de pesadilla transpiraba entre bostezos su pequeño ahogo cotidiano. Me acomodé mejor la almohada. Seguí durmiendo.
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miércoles, 5 de febrero de 2014
La música de las sirenas, ed. de Javier Perucho
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Contenta de formar parte de esta antología sirenóloga, a cargo del editor mexicano Javier Perucho.
Con Lilian Elphick, Diego Muñoz Valenzuela, Juan Epple, Juan Romagnoli, Sandra Bianchi,
Contenta de formar parte de esta antología sirenóloga, a cargo del editor mexicano Javier Perucho.
Con Lilian Elphick, Diego Muñoz Valenzuela, Juan Epple, Juan Romagnoli, Sandra Bianchi,
Isabel Mellado, Susana Camps Perarnau, Ginés Cutillas, Fermín López Costero, Antonio Serrano Cueto, Nana Rodríguez, Ana María Shua, Raúl Brasca, Daniel Ávila y otros muchos.
martes, 4 de febrero de 2014
viernes, 31 de enero de 2014
La más cruel de las certezas, de Mario Pérez Antolín
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Decir sintiendo
Tras la publicación de Profanación del poder (2011), este nuevo
libro de aforismos, cuyo título alude a la muerte, es la segunda de las tres
entregas que ha previsto el autor. Ambos comparten el empeño de criticar el poder
y su ejercicio, además de un sinfín de reflexiones sobre la condición humana. En
el volumen inicial de la trilogía, donde reúne aforismos, microensayos y
poemas, junto a varias reflexiones en torno al cultivo del género aforístico, al
que el autor desemboca desde la poesía, se anuncia su concepción del género:
«Escribo filosofía; doy testimonio de mi ruina sin inmutarme»; o bien: «Hay
maneras y maneras de anunciar el desastre: prefiero la que más se acerque a la
hiperrealidad» (p. 48).
Si en aquella primera incursión en
el aforismo ponía de manifiesto su interés por diversos asuntos relacionados
con el espíritu: ya se tratara de cuestiones más o menos abstractas, como la
inspiración, el ansia de poder, el éxito y el fracaso; ya de pasiones netamente
humanas, como la vanidad o, por el contrario, la capacidad de resistencia, entre
otras; en el nuevo libro ahonda en esta misma senda de exploración del alma
humana, y de cuanto la concierne, convencido de que en épocas de incertidumbre
el pensamiento aforístico se revela crucial.
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Esta vez, sin embargo, el libro parece alimentarse de una interesante aportación: la que supone introducir el uso de la ficción narrativa; un recurso del que ya se hacía eco el profesor José Ramón González en su Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos. Antología (1980-2012), y de la que Pérez Antolín se aprovecha de igual modo: «Entre la pregnancia de lo real y lo ideal alambicado hay una hienda por la que se cuela la ficción, adoptando formas sagradas o profanas. Este relleno lubricante facilita el deslizamiento de los bloques titánicos de racionalidad» (p. 138). No podemos estar más de acuerdo con el autor, aparte de ser un hecho que cuando se remonta a las esferas celestes de la abstracción resulta, en ocasiones, algo retórico y alambicado; mientras que cuando desciende al terreno de lo real manifiesto, sin necesidad de pecar de anecdótico, parece mucho más certero, llevando a buen puerto el desarrollo de su elucubración.
Esta vez, sin embargo, el libro parece alimentarse de una interesante aportación: la que supone introducir el uso de la ficción narrativa; un recurso del que ya se hacía eco el profesor José Ramón González en su Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos. Antología (1980-2012), y de la que Pérez Antolín se aprovecha de igual modo: «Entre la pregnancia de lo real y lo ideal alambicado hay una hienda por la que se cuela la ficción, adoptando formas sagradas o profanas. Este relleno lubricante facilita el deslizamiento de los bloques titánicos de racionalidad» (p. 138). No podemos estar más de acuerdo con el autor, aparte de ser un hecho que cuando se remonta a las esferas celestes de la abstracción resulta, en ocasiones, algo retórico y alambicado; mientras que cuando desciende al terreno de lo real manifiesto, sin necesidad de pecar de anecdótico, parece mucho más certero, llevando a buen puerto el desarrollo de su elucubración.
La variedad de temas convierte este libro
en una miscelánea de saberes y sentires que no duda en ofrecer desde la
adopción de géneros diversos. Para ello, junto al aforismo y cierta narración
que acerca sus textos al microrrelato sin dejar de ser microensayos narrativos,
Pérez Antolín recurre al poema reflexivo, aunque más a menudo redondee sus
pensamientos dentro de las hechuras del microensayo libérrimo de Montaigne, y que
más tarde cultivaría Goethe, bajo la apariencia de ‘escritos de ocasión’.
En este sentido, Victoria Camps no
duda en señalar lo siguiente: «Merece la pena detenerse en las ocurrencias que
encierra este libro y dejarse interpelar por ellas» (p. 8). También el propio
autor lo destaca en sus páginas como una posible poética del género: «En estas
notas escribo lo primero que se me ocurre, cuando menos me lo espero y dando al
resultado la menor importancia posible» (p. 16). Así, en lugar de ser un defecto,
esta escritura de circunstancias se revela todo un acierto. «Has de ser menos
elocuente para parecer convincente. La superioridad intelectual nos hace perder
credibilidad emocional» (p. 26), comenta. Y, sin embargo, comparado con su
anterior libro, en estas páginas creo que desarrolla un estilo más pulcro y
llano que casa muy bien con cuanto quiere transmitir. No en vano, al finalizar
su lectura nos queda la impresión de haber recorrido un momento decisivo de
nuestro tiempo: el que atañe a la primera década del siglo XXI, tan sobrepasado
ya de por sí, con tantísimos frentes abiertos que el autor no deja de abordar.
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* Esta reseña ha aparecido publicada en la revista de literatura Quimera del mes de enero.
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miércoles, 22 de enero de 2014
sábado, 18 de enero de 2014
jueves, 16 de enero de 2014
Ciento cuarenta y uno
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El medio moldea el mensaje a su imagen y semejanza.
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El medio moldea el mensaje a su imagen y semejanza.
.................El medio nos hace masaje.
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miércoles, 15 de enero de 2014
martes, 14 de enero de 2014
viernes, 10 de enero de 2014
lunes, 6 de enero de 2014
Ciento treinta y siete
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* Cortesía de Franz Frichard, alter ego peZqueñín de Ricardo Ranz.
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Los Reyes Magos son los niños.
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* Cortesía de Franz Frichard, alter ego peZqueñín de Ricardo Ranz.
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viernes, 3 de enero de 2014
Ciento treinta y cinco
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El amedrentamiento es el recurso
que emplean para medrar quienes
confían ciegamente en su talento.
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Hay quien amedrenta
con el extraño fin de captar
la benevolencia del amedrentado.
.....la benevolencia del amedrentado.
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jueves, 2 de enero de 2014
martes, 31 de diciembre de 2013
Ciento treinta y tres
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La madurez no garantiza el talento;
a decir verdad, ni siquiera sabemos qué lo fomenta.
(Feliz año nuevo)
.(Feliz año nuevo)
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lunes, 30 de diciembre de 2013
Confesiones de una chica de rojo, de Lilian Elphick
Seda salvaje
La escritora Lilian Elphick (Santiago de Chile, 1959) ha cultivado el
microrrelato, además del cuento, en libros como Ojo travieso (2007), Bellas de sangre contraria (2009) o Diálogo de tigres (2011). Asimismo, ha
sido incluida en diversas antologías sobre narrativa breve. Si en su primer
libro de microrrelatos se dedicaba a bucear entre los pliegues de la memoria (la
sombra de Alejandra Pizarnik es transversal en toda su poética); en el segundo recuperaba,
a través de la reescritura, audaces vidas de mujeres mitológicas: Hipatia,
Lilith, Pandora o Penélope, cuando no reinventaba otras posibles: Adana, Poseidona,
Sísifa o Aquilea...; mientras que en Diálogo
de tigres componía historias alegóricas de corte metaliterario en las que los
personajes compartían con la narradora su deambular errático.
En
su nuevo libro, Confesiones de una chica
de rojo, Elphick recrea desde la ficción una voz narrativa con visos
autobiográficos, como si necesitara hacer recuento de lo cosechado y perdido, partiendo
de determinados rasgos de estilo: el uso penetrante y descarnado del diálogo
propio del microteatro, la reelaboración irónica de mitologías o la invención
de supuestas historias que persiguen restablecer cierta justicia poética
respecto a sus personajes, algunos tan humanos que a menudo olvidamos su
naturaleza ficticia.
El
volumen se divide en dos secciones: la primera no posee título específico, mientras
que la segunda se denomina “Otras verosimilitudes”. La serie con que se inicia,
“El crujido de la seda”, quizá sea la mejor del conjunto: Está compuesta por seis
microrrelatos numerados, de lectura independiente, protagonizada por una pareja
de harapientos a lo Vladimir y Estragon, quienes huyen de un asesino por
haber sido testigos de un crimen, y cuya
suerte se decide al final, en las palabras que pronuncia uno de ellos: «si
cruje, no te asustes. La seda es así». No en balde, las piezas de Lilian
Elphick son siempre sugerentes, sensuales y lúdicas, sin que falte en ellas la
ironía o la sátira, tanto en relación con el lenguaje (puede apreciarse en “sesilU”,
“Ojepse” y “Expejo”), como por lo que refiere a las mismas historias y personajes,
quienes a duras penas se libran del infortunio, obligados como están a sobrellevar
un destino feroz. La narradora, consciente de ello, se ríe a menudo de sus
criaturas, aunque otras veces también se apiade.
De
igual modo, es frecuente en estos textos la presencia de narradores testigo o
en primera persona, lo que confiere a las diferentes historias poder de
convicción, una envidiable fuerza expresiva que termina por agrupar las
diversas piezas del conjunto. Aun cuando la mayoría de los microrrelatos hace
gala de una prosa poética perfectamente aquilatada, otras veces el tono se
revela cercano a lo ensayístico: «(…) convengamos en que el mal sueño es la
palabra. No hay nada que descifrar, para qué buscar significados en el agua
transparente, esa que bebemos todos los días, un poco cansados, trasnochados,
apurando el cigarrillo para prender otro», leemos en “El dolor”. Mientras que en
otro texto del último apartado, “Verdadera historia de la infamia”, se afirma:
«Decir más es imposible. Porque una palabra más es una explosión más, una mujer
sin nombre, el hambre desdentada apoderándose de un mendrugo». Con este libro Lilian
Elphick ratifica su importante posición dentro del microrrelato hispánico y chileno,
junto a Pía Barros, Juan Armando Epple, Diego Muñoz Valenzuela y Gabriela
Aguilera, cultivadores todos ellos de la narrativa más breve.
* Esta reseña ha aparecido en el número de diciembre de la revista de literatura Quimera. El dibujo de cubierta del libro de Lilian Elphick es de Sergio Astorga.
miércoles, 25 de diciembre de 2013
Ciento treinta y dos
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* Este belén es obra de David Montellà Pellicer, mi sobrino pequeño.
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La carestía sobrante del carecer de escrúpulos,
la eucaristía de nuestro tiempo.
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* Este belén es obra de David Montellà Pellicer, mi sobrino pequeño.
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lunes, 23 de diciembre de 2013
martes, 17 de diciembre de 2013
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"