Hay gente que realmente cree que el horizonte existe, sin caer en la cuenta de que sólo el sol lo conoce, sólo los pájaros lo intuyen, sólo los gatos lo recorren. Sin esfuerzo aparente, les basta ponerse, echar a volar o saltar por los aires una mañana cualquiera para abarcarlo con sus rayos de patas aladas. Luego, de hecho, ya no saben hacer otra cosa que intentar repetir esa misma conquista una y otra vez, dando vueltas sobre su propio eje, soberbios y satisfechos de sí; convencidos de que, con sus enseñanzas, lograremos traspasar su línea al llegar a viejos.
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* La foto es de Josep Vilaplana, autor de la bitácora La cua del diable.
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No, no existe, siempre que puse la yema de mis dedos en esa línea divisoria entre mar y cielo, nunca lo alcancé ;)
ResponderEliminarBesos, Mega.
Un placer, sólo equiparable a la ilusión que me hace, el ver aparecer, en esta bitácora de encajes y maravillas, las cosas de ese instante que, en una fría tarde de diciembre, tuve la suerte de que apareciera para contarme, para contaros, su pequeña e irrepetible historia.
ResponderEliminarMuchas gracias, Gemma, por darle precisas y preciosas palabras a esa propuesta que la luz me hizo.
Petons.
El horizonte existe gemma. Como el infinito, como el universo, porque sin ellos ...
ResponderEliminarMe gusta este texto porque todo él,creo yo, es una metáfora. Bueno incluso varias.
ResponderEliminarPara mí ese horizonte es la muerte, la vida esa carretera, ese camino, esa línea del mar desde la que siempre queda tan lejos el horizonte. También los sueños, lo inalcanzable...y esos animales de quienes debemos aprender...
Me sugiere tantas cosas, es una delicia el texto.
Un abrazo
Hay gente para todo ya sabes; hasta los hay que se creen que es para ellos lo que es para los soles, los pájaros y los gatos. Tú misma lo dices. Quizá al final; si se fijan bien (y se están muy quietos el tiempo suficiente).
ResponderEliminarMe gustó la foto con su texto, y me gusta otra vez con tu variación.
Sí existe pero nos está negado, basta acercarnos para que se aleje. Es como el final: ahí nunca estaremos.
ResponderEliminarSolo los pájaros lo intuyen, solo los gatos lo recorren. Sin esfuerzo aparente...
Qué bonito, sister.
Siempre me ha intrigado esa línea. Una línea que se aleja cuando la perseguimos. Quizás no exista, quizás esté detrás nuestro. Como dice Rosana, es una metáfora espléndida Gemma. Escurridiza como tu dices, poética.
ResponderEliminarAbrazos.
No todo lo conoce y abarca el hombre, siempre tan crecido en su superioridad. Muy bueno.
ResponderEliminarBesos con sol y horizonte.
Zarzamora, a mí me parece que los animales no racionales -a los que presumiblemente no pertenecemos-, y con ellos la naturaleza toda, han hecho gala siempre de un saber estar que el hombre no posee ni por asomo. Como si discurriéramos por dimensiones distintas.
ResponderEliminarUn abrazo
Josep, me gustó mucho tu texto y esa "mentira del horizonte" se quedó ahí como un eco, en mi cabeza. En cierto modo, esta sección llamada Viñetas me sirve para dialogar con textos e imágenes ajenos, pero que -aun así- siento de modo profundo como cercanos. Celebro que te agrade mi propuesta. Petons
Aroa, pues a mí me ocurre que con los años sólo creo en lo que tengo más cerca. Quiero decirte con ello que sólo puedo imaginar un horizonte hecho a mi medida. El otro, en caso de existir, de tan grande y lejano se me ha vuelto poco a poco extraño. Como si fuera mentira, engañoso. Un beso
Rosana, qué bien. Me alegra mucho que te sugiera cosas. Me agrada tu lectura porque acaso el texto permita ser leído como planteas. Sea como fuere, la sabiduría de los viejos, como la de los niños, es la que me vale. No creen en imposibles, saben diferenciar perfectamente -como los animales, como la naturaleza- lo posible o realizable, lo deseable por tanto, de lo irreal, o engañoso. Por descontado, los sueños también son susceptibles de clasificarse en ambas categorías.
Abrazos
Nano, "estar en su sitio", exactamente, de eso precisamente se trata. Yo tengo para mí que todo lo que no nos es dado con naturalidad, es un querer engañarse absurdamente. Me cansan los sueños vanos. Será eso.
Un besazo
Olga, es que ahí -creo- que está el meollo del asunto: anhelar cuanto se desee siempre que sea humanamente alcanzable. De lo contrario, a mí me parece que ese anhelo caprichoso corre el peligro de quedar reducido a la más burda -e impulsiva- ansiedad. Un besazo
Agus, empiezo a creer que a lo mejor se aleja porque no nos ha llegado el momento de alcanzarla. Los viejos, en cambio, parecen haber adquirido esa conformidad de forma natural; por eso digo que solo a ellos les corresponde cruzar la línea del horizonte. Nos pierde -como nunca- la ansiedad y el deseo sin medida. Creo que ese es nuestro mal presente. Otro abrazo
Lola, no quiero añadir nada más porque estoy absolutamente de acuerdo contigo. Besos
El horizonte es mañana, aquello que vigila lo que no hemos de ver porque aún no ha ocurrido. Los pájaros, los gatos, lo saben y les gusta reírse de nosotros, tan inteligentes que nos creemos para otras cosas.
ResponderEliminarMuy, pero que muy sugerente, Gemma.
Gemma, el horizonte como concepto de la inmovilidad me fascina. El horizonte no puede ser penetrado porque se diluye. El sol lo ilumina, los pájaros revolotean y el gato lo recorre en su fijeza.
ResponderEliminarBella viñeta: horizontal y hierática.
Abrazo inmóvil.
Sergio Astorga
Bella la foto y las palabras también.
ResponderEliminarHay que conquistar el horizonte. Aunque sea solo mientras lo observamos.
Un texto de ésos para pensar un rato a gusto.
ResponderEliminarLos gatos lo recorren, pero están a este lado, y los pájaros. ¿Por qué habríamos de querer saber lo que hay al otro lado? ¿O es que hay otros gatos y otro pájaros al otro lado? Tal vez van hasta el límite y allí tropiezan con la cremallera...
Saludos
Gabriel
El horizonte es lo que nunca hay que dejar de ver.
ResponderEliminarBesos, Gemma.
Qué bonito texto, Gemma. Perseguir el horizonte es como perseguir un concepto o una metáfora, porque en realidad solo existe en la mente de los humanos, un concepto, pero bonito concepto. Un abrazo.
ResponderEliminarJesus, desde luego ese mañana resulta mucho más abarcable, qué duda cabe. Besos, y gracias
ResponderEliminarSergio, creo que hay algo de eso mismo que dices, pues unas veces se diluye, y otras se aleja o escapa. El horizonte es el deseo mismo, ese ansia desaforada por lograr, por ser, por alcanzar... Es bueno tenerlo claro para no llevarnos a engaño.
Un besote
Tienes razón, Veronica: observar, atisbar, ya es -en sí- un modo de conquista, qué duda cabe... Besos
Gabriel, los animales y la naturaleza toda son el horizonte. Ellos sí que habitan el otro lado. Los humanos, intuyéndolo acaso, hemos optado por someterlos, en lugar de aprender de su sabiduría discreta. Un abrazo, y gracias
Torcuato, yo creo que no hacemos más que ver horizontes por todas partes, de infinitos tamaños, colores y tipos, hasta el punto de haber empachado con ellos nuestros sentidos, la percepción misma de la realidad. Hemos conquistado -presuntamente- la naturaleza externa, sin que por ello hayamos hecho lo mismo con la nuestra.
Un abrazo
Manu, eso de perseguir horizontes resulta, hasta cierto punto, una entelequia. Yo prefiero que el horizonte me persiga a mí. :-)
Un abrazo
La belleza está precisamente en lo inabarcable. Muy bueno. Por cierto, gracias por tu comentario en el blog de Agus. Un abrazo.
ResponderEliminarYo una vez definí al cielo y al mar como el cartabón del horizonte, este texto me ha recordado un poco a esa mirada que fijé yo en aquel momento, esperando algo finito en lo infinito. Tu bucle me ha gustado mucho, con cierto tinte lírico. Un abrazo.
ResponderEliminarAgustín, yo también lo creo. Gracias por tu comentario y un abrazo
ResponderEliminarMaite, lo celebro. Lo del horizonte es pura apariencia. El espejismo más engañoso quizá. Un abrazo y bienvenida