Le advierto que determinada
ligereza puede llegar a pinchar y a enrojecerle la piel. El brillo y la
delgadez han sido siempre cualidades apreciadas, no se lo niego, pero ¿qué
decir de su falta de consistencia?, ¿de su excesiva frialdad? No olvide que aun
siendo una virtud en figuras de perfil vaporoso, lo ligero suele inocular en
sus víctimas venenos mortales de perdición. ¡Desengáñese: aquella ninfa del
vestido verde no le conviene!
Muy bueno el final, precedido de esa reflexión vegetal sobre las apariencias, o sobre la otra cara de las cosas (rosa/espina). El final juega muy sutilmente con el doble sentido de ninfa (ser mitológico y nenúfar). Por eso redondea el relato. Un beso.
ResponderEliminara mí me parece un extracto de una novela decimonónica...!
ResponderEliminarun beso enorme
Hoy me has hecho reir, Gemma. Muy bueno.
ResponderEliminarPues yo estaba sintiendo esas frías ligerezas y a punto de defender a la hojita cuando asomó la ninfa y me reí.
ResponderEliminarEres tremenda.
Besos.
Antonio, de eso mismo se trataba: de advertir contra el engaño de las apariencias. Aunque, al final, de quien más desconfiemos sea precisamente de la supuesta consejera... (Te debo una foto. A ver si te la mando luego).
ResponderEliminarUn beso
Lara, jaja. El tono es grandilocuente, sí, y hasta hiperbólico, sobre todo cuando dice eso de "venenos mortales de perdición". Pero también es irónico, por descontado, y ahí precisamente estaría dándole la vuelta a esa retórica alambicada de sentimientos tumultuosos que es la novela del XIX. Un abrazo fuerte
Araceli, me alegro de que te hayas sonreído. Para mí el humor es un asunto tan serio como delicado (y ligero). ;-P
Besos
Izaskun, ya sabía yo que te ibas a poner de su parte, jaja.
Un besazo
Y es que no le conviene. Yo nunca me fío de las ninfas vestidas de verde.
ResponderEliminarBello y conciso, Gemma. Y se agradece lo de advertir de que (a muchos les da por comerse el "de")
Besos ligeros pero de peso.
No te quito la razón. Se puede vivir sin fondo de armario; doy fe, porque a mí me valdría con un armario extraplano. Pero no sin fondo de amada.
ResponderEliminarBárbara, las ninfas vestidas de verde son peligrosísimas, desde luego; unas reinas absolutas de la seducción. A ver qué guapa iba a competir con ellas. ;-P
ResponderEliminarBesos
Nano, jaja, ni sin fondo ni sin forma. De ahí que se lamente tanto la pobrecilla narradora...
Más besos
Gemma, me brindas percepciones de peso que no voy a tomar a la ligera.
ResponderEliminarAbrazo verdinegro.
Sergio Astorga
Ja..ja..más de un caballero se perdió por el encanto de esas ninfas a medio hacer a pesar de su supuesta "falta de peso y sustancia" seguramente estarán en posesión de algún secreto vedado a las más mayores.Ah,pues a mí me encanta el tono deminonónico.Abrazo.
ResponderEliminarSergio, jaja, tú siempre haciendo comentarios malabares. ;-P
ResponderEliminarUn beso
Bambú, claro que tampoco hay que olvidar que esta narradora parece hablarnos desde una cierta envidia... No sé si sana o más bien de la otra.
Abrazos
¡Me encantan los finales inesperados! Un microrrelato muy conseguido, sigue así.
ResponderEliminarSaludos ;-)