Una mujer solitaria espera sentada en la terraza de un bar. Final del verano. Toma cerveza y unas aceitunas antes del almuerzo.
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EL PASADO QUE ASOMA: Disculpe, ¿está libre esta silla?
LA MUJER SOLITARIA SIN SABERLO: Claro, puede ocuparla si quiere.
EL PASADO QUE SIGUE ASOMANDO: ¿No le importa entonces si me siento con usted?
LA MUJER SOLITARIA: En absoluto. Por favor...
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En cuanto se han visto, tanto el pasado que emerge como la mujer solitaria han tenido la misma extraña sensación.
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EL PASADO CORPÓREO: Y dígame, ¿espera usted a alguien?
LA MUJER TODAVÍA SOLITARIA: No, qué va. Simplemente estaba haciendo tiempo.
EL PASADO CADA VEZ MÁS RESUELTO: Se lo decía porque tal vez no le importe que yo...
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La mujer sentada no ha visto en ningún momento a ese señor como un seductor. Tampoco lo cree un pelma. Al cabo de un rato tiene que admitir que con muy pocas personas se siente tan a gusto sin motivo.
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LA MUJER ACOMPAÑADA SIN SABERLO: Con muy poca gente se puede charlar sobre cualquier cosa...
EL PRETÉRITO IMPERFECTO: Muchas gracias, es cierto. ¿Cómo se llama?
LA MUJER ACOMPAÑADA : Martina, Martina González. ¿Y usted?
EL PASADO MÁS PRESENTE QUE NUNCA: Gonzalo Martín, jaja, qué cosas.
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Por más que lo intenten, el pasado continuo no consigue acordarse
de la mujer a la que acompaña. A ella le pasa igual.
Se hace tarde, así que ese día deciden comer juntos, y al otro
también, hasta que ambos se dan cuenta de que podrían compartir un futuro
simple. Tal vez uno compuesto con el correr de los años. La mujer, más
acompañada y feliz que nunca, le dice que sí.
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Muy buena la evolución del personaje pretérito en todas sus facetas.
ResponderEliminarEl enlace perfecto es el del pasado y el presente, consiguiendo una transformación marital de buen futuro.
Le he encontrado connotaciones transexuales, que también podía ser, pero que desconozco si era tu intención.
Besos
¡Bien por MegaMaga..!
ResponderEliminarMe fascina la evolución anímica y temporal de tus personajes...
Realmente lo que me fascinan son tus relatos...
Un abrazo
Muy hermosa esta historia de amor que va cuajando de manera espontánea.Ojala todo resultase tan sencillo.
ResponderEliminarsigue, Mega, trayéndonos a la silla a esos tiempos verbales que aunque intenten jodernos la vida al final siempre nos hacen vivirla...
ResponderEliminarqué bueno
abrazos
Corina, quise que ese pasado que nos define a todos de algún modo asomara transformado (de ahí el travestismo, supongo) para poder confundirse con el presente y perpetuarse en el futuro... Yo creo que suele aflorar de modo inconsciente siempre, de ahí el disfraz. Besos
ResponderEliminarEstimada Freia, lo celebro. ;-)
Esta vez quise escribir acerca de cómo el pasado se las arregla siempre para inmiscuirse en nuestro presente, etc., de ahí que para lograr esa impresión de cambio, de evolución temporal, la paulatina transformación de los nombres me sirviera para reflejar también la de su identidad. Un besazo
Jesús, ojalá. Gracias por tus palabras amables, y bienvenido.
Larilla, jaja. Siempre me ha parecido que el tiempo se empeña en disfrazar la existencia para jugar con nosotros a su antojo. Más abrazos
de nada mega,te he conocido a través del blog de Antón Castro,al que leo desde hace más de 20 años.Un buen amigo que vive en Zaragoza,como un servidor..Un placer entrar en tu blog.
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