..
Decir sintiendo
Tras la publicación de Profanación del poder (2011), este nuevo
libro de aforismos, cuyo título alude a la muerte, es la segunda de las tres
entregas que ha previsto el autor. Ambos comparten el empeño de criticar el poder
y su ejercicio, además de un sinfín de reflexiones sobre la condición humana. En
el volumen inicial de la trilogía, donde reúne aforismos, microensayos y
poemas, junto a varias reflexiones en torno al cultivo del género aforístico, al
que el autor desemboca desde la poesía, se anuncia su concepción del género:
«Escribo filosofía; doy testimonio de mi ruina sin inmutarme»; o bien: «Hay
maneras y maneras de anunciar el desastre: prefiero la que más se acerque a la
hiperrealidad» (p. 48).
Si en aquella primera incursión en
el aforismo ponía de manifiesto su interés por diversos asuntos relacionados
con el espíritu: ya se tratara de cuestiones más o menos abstractas, como la
inspiración, el ansia de poder, el éxito y el fracaso; ya de pasiones netamente
humanas, como la vanidad o, por el contrario, la capacidad de resistencia, entre
otras; en el nuevo libro ahonda en esta misma senda de exploración del alma
humana, y de cuanto la concierne, convencido de que en épocas de incertidumbre
el pensamiento aforístico se revela crucial.
..
Esta vez, sin embargo, el libro parece alimentarse de una interesante aportación: la que supone introducir el uso de la ficción narrativa; un recurso del que ya se hacía eco el profesor José Ramón González en su Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos. Antología (1980-2012), y de la que Pérez Antolín se aprovecha de igual modo: «Entre la pregnancia de lo real y lo ideal alambicado hay una hienda por la que se cuela la ficción, adoptando formas sagradas o profanas. Este relleno lubricante facilita el deslizamiento de los bloques titánicos de racionalidad» (p. 138). No podemos estar más de acuerdo con el autor, aparte de ser un hecho que cuando se remonta a las esferas celestes de la abstracción resulta, en ocasiones, algo retórico y alambicado; mientras que cuando desciende al terreno de lo real manifiesto, sin necesidad de pecar de anecdótico, parece mucho más certero, llevando a buen puerto el desarrollo de su elucubración.
Esta vez, sin embargo, el libro parece alimentarse de una interesante aportación: la que supone introducir el uso de la ficción narrativa; un recurso del que ya se hacía eco el profesor José Ramón González en su Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos. Antología (1980-2012), y de la que Pérez Antolín se aprovecha de igual modo: «Entre la pregnancia de lo real y lo ideal alambicado hay una hienda por la que se cuela la ficción, adoptando formas sagradas o profanas. Este relleno lubricante facilita el deslizamiento de los bloques titánicos de racionalidad» (p. 138). No podemos estar más de acuerdo con el autor, aparte de ser un hecho que cuando se remonta a las esferas celestes de la abstracción resulta, en ocasiones, algo retórico y alambicado; mientras que cuando desciende al terreno de lo real manifiesto, sin necesidad de pecar de anecdótico, parece mucho más certero, llevando a buen puerto el desarrollo de su elucubración.
La variedad de temas convierte este libro
en una miscelánea de saberes y sentires que no duda en ofrecer desde la
adopción de géneros diversos. Para ello, junto al aforismo y cierta narración
que acerca sus textos al microrrelato sin dejar de ser microensayos narrativos,
Pérez Antolín recurre al poema reflexivo, aunque más a menudo redondee sus
pensamientos dentro de las hechuras del microensayo libérrimo de Montaigne, y que
más tarde cultivaría Goethe, bajo la apariencia de ‘escritos de ocasión’.
En este sentido, Victoria Camps no
duda en señalar lo siguiente: «Merece la pena detenerse en las ocurrencias que
encierra este libro y dejarse interpelar por ellas» (p. 8). También el propio
autor lo destaca en sus páginas como una posible poética del género: «En estas
notas escribo lo primero que se me ocurre, cuando menos me lo espero y dando al
resultado la menor importancia posible» (p. 16). Así, en lugar de ser un defecto,
esta escritura de circunstancias se revela todo un acierto. «Has de ser menos
elocuente para parecer convincente. La superioridad intelectual nos hace perder
credibilidad emocional» (p. 26), comenta. Y, sin embargo, comparado con su
anterior libro, en estas páginas creo que desarrolla un estilo más pulcro y
llano que casa muy bien con cuanto quiere transmitir. No en vano, al finalizar
su lectura nos queda la impresión de haber recorrido un momento decisivo de
nuestro tiempo: el que atañe a la primera década del siglo XXI, tan sobrepasado
ya de por sí, con tantísimos frentes abiertos que el autor no deja de abordar.
..
....
* Esta reseña ha aparecido publicada en la revista de literatura Quimera del mes de enero.
..