Árbol del fuego
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Es el niño primero de la clase, extraño niño de sobresalientes y matrículas. Por las tardes abunda en su sustancia, y en el parque soslaya la facilidad de los cerezos y los arces y trepa, con dificultades, a lo más alto de un árbol del fuego. Abajo, intuyendo la caída que algún día tendrá que llegar, espera sin prisas otro niño, éste más discreto tras sus gafas: el que fantasea en la clase en el último pupitre bajo el mapa, donde nunca llegan los premios del maestro.
Hipólito G Navarro, Relatos mínimos, Ediciones del 1900, Huelva, 1996,
recogido en Los últimos percances, Seix Barral, Barcelona, 2005, p. 318.
Niñoárbol
Con dificultades, espera tras sus gafas en el último pupitre soslayar un premio del maestro: es el primero de su clase, el que fantasea sin prisas en el parque por la facilidad de los Árboles -los cerezos y los arces-, y bajo el mapa intuye la caída de fuego de lo más alto. El más discreto, niño de sobresalientes y matrículas abundantes, que algún día extraño tendrá que llegar abajo, donde nunca llegan en sustancia los otros niños de la clase, al fuego trepador en esta tarde.