domingo, 14 de junio de 2009

Dos hombres comparten soledad/ Horizontes infinitos

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.. (Los enlaces relativos al blog de la revista y a la revista misma los encontraréis en la sección Redes. Vaya por delante mi agradecimiento a sus artífices: Álex Chico y Sergio Sastre).
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.Dos hombres comparten soledad sobre un escenario con piano: el Hombre Libre y el Hombre Cautivo. Por descontado, no es la primera vez que ambos coinciden sobre las tablas. Con frecuencia el Hombre Libre se ha sentido cautivado por las férreas cadenas del otro, mientras el Hombre Cautivo se libraba de su yugo realizando tímidos vuelos -no exentos de vértigo- sobre horizontes infinitos. Si bien han adquirido la inexplicable costumbre de ignorarse por completo, lo cierto es que se aman. Así las cosas, prefieren fingir un desprecio mutuo que los mantenga a salvo de procelosos naufragios...

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HOMBRE CAUTIVO: He perdido mis pasos, ¿los has visto tú?
HOMBRE LIBRE: ...
HOMBRE CAUTIVO: ¿No los habrás escondido, verdad?
HOMBRE LIBRE: ¿Para qué iba a querer yo hacer tal cosa, si puede saberse?
HOMBRE CAUTIVO: Uff, se me ocurren mil respuestas. Por ejemplo, para sentirte más libre si cabe.
HOMBRE LIBRE: ¡¿Acaso crees que te debo mi libertad?! ¡¿Estás loco?!
HOMBRE CAUTIVO: Sin duda.
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De pronto, El Hombre Cautivo ha tenido una brillante idea. Sin dejarle al Hombre Libre la más mínima posibilidad de escapatoria, ha sonreído por lo bajo y, de un golpe, lo ha sacado fuera de escena. Luego, todavía temeroso por semejante jugarreta, se ha sentado frente al piano de hermosísima cola. Sus manos han sostenido un vuelo perfecto de tímidas notas..
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..HOMBRE EXLIBRE: He perdido mis alas, ¿acaso las has visto tú?
HOMBRE EXCAUTIVO: ...
HOMBRE EXLIBRE: ¿No me las habrás arrebatado, verdad?
HOMBRE EXCAUTIVO: ¿Para qué iba yo a querer hacer tal cosa, si puede saberse?
HOMBRE EXLIBRE: Uff, se me ocurren mil respuestas. Por ejemplo, para sentirte menos cautivo si cabe.
HOMBRE EXCAUTIVO: ¡¿Acaso crees que te debo mi libertad?! ¡¿Estás loco?!
HOMBRE EXLIBRE: Sin duda.
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martes, 9 de junio de 2009

El legado

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Síndrome de Fregoli:
variante del síndrome de Capgras -pero aún más raro-, la persona cree que quienes la rodean son en realidad un mismo individuo que se disfraza para ocultar su apariencia. Recibe su nombre por el actor Leopoldo Fregoli, cuyas actuaciones en vivo se caracterizaban por la rapidez con la que cambiaba de vestimenta y de registro para encarnar los distintos personajes. El País semanal, 30/5/09.

Y, como de costumbre, terminas asomándote, para que yo te reconozca sin necesidad de cruzar conmigo ni media palabra. De golpe te apareces en miQuiquequerido tan osado como siempre, empañándole sus dulces ojillos con tu mirar. Y aunque también te agrade manifestarte en mitad de un enfado de Juan o un berrinche de Susana, a mí lo que más me duele es que te aproveches del chiquitín. De pronto te veo ahí plantado, haciendo gala de esa presencia rotunda que siempre ejerciste a tu favor y en mi contra, cada vez que me pedías, insistente, que me acercara a ti. Y yo iba y lo hacía. Has de saber que no me gusta nada que los molestes. Son mis hijos y tengo todo el derecho a protegerlos. Que no te vuelva a ver con su rostro...
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jueves, 4 de junio de 2009

La rabieta

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Síndrome del emperador:
cada vez son más frecuentes las denuncias de padres contra hijos que sufren el síndrome del emperador. El término hace referencia a la conducta de los niños o adolescentes que se comportan como pequeños tiranos y no dudan en maltratar verbal y físicamente a sus progenitores para lograr sus caprichos.
El País semanal, 31/5/09.

-Eres una tíapesada, ¿lo sabías? No pienso hacer más deberes, ni hoy ni mañana; ¡entérate ya!
El mocoso que habla de esta guisa tiene 9 años y mucho carácter. Se llama Miguel. La madre ha decidido mostrarse inflexible.
-Tú siempre con el mismo rollo, ¿no?, gimotea fuera de sí. Que si recoge la mesa, que si fíjate qué hora es, que si quita los pies de ahí, pero ¡qué-rollo-de-tía!
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Cuando, después de perseguirlo por toda la casa, le dé alcance, lo sujetará bien fuerte por el brazo. Incapaz de calmarlo -el niño se le revuelve-, esta vez le ha asestado un guantazo. Un abismo queda retumbando en el aire .
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En vano recibe el niño su castigo. Colérico y más lloroso que ella misma, decide emprenderla con su madre:
-¡Toma y toma, tíapesada!
Él sí le ha dado una buena lección.
-Y no vayas a gritarme más, tíarrollo.
Han sido sus últimas palabras.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"