La vida exhausta
-La vida no envejece -dijo exhausta, y luego se tiró al mar.
.
.
Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
Resulta muy complejo hilar tan fino en apenas una línea. Es un microrrelato con muchas aristas. Desde la idea principal que sostiene el título, hasta esa contraposición entre la fuerza de la vida y el acto del suicida. Quizá por ello, aunque si hay desazón, esquivas en parte la tristeza. También incides en el tiempo, otro personaje fundamental en la pieza, en su erosión continua, devastadora, pero al mismo tiempo esencial para preservar el futuro que a lo lejos se atisba. Insisto, me encantó.
ResponderEliminarAbrazos.
Me gusta la ambigüedad del personaje, que da una carga muy compleja a tan sólo una línea (lo hiperbreve me descoloca).
ResponderEliminarBon cap de setmana!
Todo envejece. Hasta la tierra. Incluso el mar.
ResponderEliminarNo es mala solución. Para no envejecer, el suicidio.
ResponderEliminarBesos.
La vida envejece al mismo ritmo que nosotros lo hacemos. Ocurre, sin embargo, que se renueva constantemente por los seres nuevos que la habitan, es una especie de reencarnación. Quizá sólo sea que nuestra vida, la de cada cual, es unicamente la que envejece.
ResponderEliminarMe gusta la idea de abandonarla cuando cada uno crea que es el momento.
Me has hecho pensar mucho, y ya estoy mayor, llego a la frontera, exhausta, para dar el salto.
Saludos
Mi primera imresión ha sido que es la propia vida la que se tira al mar, pero luego además keyendo los comentarios también veo lo que te dicen Agus y Ada. Y tamvién pienso que, a veces, puede uno estar exhausto incluso siendo joven...
ResponderEliminarBuena micropieza Gemma
Un abrazo, suerte que ya estás en Berlín.
Se nota que amáis esa ciudad
Me has dejado petrificada, Gemma, totalmente exhausta como tu personaje. Y no puedo dejar de leer tu micro, una y otra vez, como en un bucle.
ResponderEliminarHuy, fe de ratas, que escribo medio a oscuras para huir del calor:
ResponderEliminarImpresión
leyendo
también
El mar no envejece -dijo la vida, y luego se tiró a la exhausta (ese amor le regalo la risa y la risa le permitió el descanso).
ResponderEliminarCuando el sol se me sube a la cabeza, pasan estas cosas.....
Un petó tipo Habanera...
A todos, perdonad mi tardanza en contestar.
ResponderEliminarAgus, la brevedad extrema suele fomentar todo tipo de ambigüedades. En este caso, desde el sujeto que habla hasta el supuesto acto de suicidio, que en mi opinión lo es, aunque creo que tú lo has interpretado en cambio como una apuesta por el futuro, una lectura que también me agrada. Un beso y gracias
Susana, es tal como dices. A mí los micros tan concentrados también me seducen por los mismos motivos. Respecto de la lectura de Agus, me gusta que haya interpretado, por ejemplo, el acto de zambullirse como una especie de remisión, de bautismo o renacimiento. Una abraçada
María Jesús, todo (mar, tierra, seres vivos) menos la vida, tan insaciable siempre. :-) Un beso
Antonio, a grandes males, grandes infortunios... Un beso
Ada, si la vida es un renacimiento constante que acontece al ritmo de las estaciones, entonces envejecer y renacer no deben de ser necesariamente tan distintos. Un abrazo
Rosana, tu lectura también me agrada. Como si con ella quisieras criticar ese afán tan nuestro -y cargante- por permanecer jóvenes y animosos; insensibles también a la madurez, seguramente uno de los mejores estragos que nos concede el tiempo. :-) Un beso
Araceli, pues cuánto me alegro. :-))
ResponderEliminarEse recomponerse incansable y cíclico de la vida resulta -qué duda cabe- verdaderamente agotador. Una forta abraçada
Josep, jaja. Acepto tu malabar estupendo... Petons
Tantas reflexiones me deja este micro que no puedo hacer otra cosa que releerlo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Esteban. No te vayas a cansar. :-)
ResponderEliminarAbrazos
Te felicito, por embutir una verdad inmensa en dos líneas. La vida es tan poderosa en el niño como en el muy anciano: pero el soporte, ay, va dejando de estar a la altura de su fuerza.
ResponderEliminarElla mira el mar,la montaña,ese sitio tan especial de la foto,la vida misma...se adentra para empaparse de lo que a ella le falta,así lo veo.Felicidades.Besos a vosotros y a Berlín.
ResponderEliminarNano, tal cual. Así lo entendí yo también. Cuando somos jóvenes el vislumbre de la vida nos produce una cierta angustia inevitable. Lo curioso del asunto es que cuando nos hacemos mayores, esa misma angustia muta de naturaleza para no desaparecer... Besones
ResponderEliminarBambú querida, tu lectura se acerca a la de Agus y Rosana. No la había contemplado al principio, pero lo cierto es que me gusta. Abrazos desde Berlín (el año que viene, tienes que venir a visitarnos...)
Comparto el sentir general de admiración. La desesperanza viene envuelta en solo 12 palabras y la fotografía misma invita a caminar hacia el agua y hundirse.
ResponderEliminarQue tengas un buen Berlín, meine liebste Zauberinita. Mil abrazos.
Freia! Lo mismo te deseo. No te quepa ninguna duda de que Berlín tiene ganas de acogerte también. Lo sé porque de vez en cuando me lo recuerda. :-))
ResponderEliminarBesos, Gräfin mía
Tardísimo, pero acabo de llegar a esta entrada. Como Rosana al principio interpreté que era la vida quien decidía acabar con todo y al releer más despacio vi al personaje en la orilla. Es tan cortito que no sabemos si estaba harto de vivir o de juventud o de todo. Un hiperbreve para copiar en la agenda.
ResponderEliminarAbrazos veraniegos y despistados :-)
Gracias, Rocío.
ResponderEliminarUn abrazo