.. Me admira la presunción de ciertos jóvenes; tan persuadidos de su valía respecto de la ajena, que consideran maltrecha. Orgullosamente ufanos de un poder que no les cabe en el cuerpo ni apenas en sus cabezas. Hambrientos y a la espera. Convencidos de sí mismos y enfrentados a todos; al frente de nadie.
. . Hermosa vida que pasó y parece ya no pasar… Desde este instante, ahondo sueños en la memoria: se estremece la eternidad del tiempo allá en el fondo. Y de repente un remolino crece que me arrastra sorbido hacia un trasfondo de sima, donde va, precipitado, para siempre sumiéndose el pasado.