Novela de náufragos
Poético y sugerente, elíptico y sustancial,
el estilo literario de Carlos Castán vuelve a adquirir forma en Polvo en el neón, su primera novela corta: un
relato de carretera de apenas 42 páginas de texto que transcurre a lo largo de
la mítica Ruta 66, traspasando los Estados Unidos de este a oeste a través de Albuquerque,
la ciudad natal del fotógrafo Dominique Leyva, quien ilustra y narra esta historia
sucinta de abandonos y traiciones hasta convertirla en un libro de 96 páginas
con imágenes en color. Un tándem, Leyva y Castán, que parece compenetrarse muy
bien pese a la dificultad del envite: relatar unos amores contrariados hasta la
desolación.
Quinn quiere a Sally, pero la engaña
desde hace tiempo con Jessica. Jessica está empeñada en que renuncie a su mujer
y se larguen juntos de una vez, ahora que él ha descubierto que también Sally tiene
a alguien, pero Quinn no se decide; Quinn vacila. Y, sobre todo, sufre. No en
balde toda la novela es una huida hacia delante del protagonista por esa ruta
de ensueño que constituye la carretera americana, casi onírica tal como muestran
las fotos, hechas al sesgo y atendiendo a meros detalles que de pronto cobran especial
relevancia; repleta de luces, sombras, letreros luminosos y moteles destartalados.
Lugares marginales y esquivos como el personaje. “Conducir por cualquier
carretera sin excesivas ganas de llegar a puerto puede ser en sí todo un
destino”, empieza el texto de Castán. Un arranque enigmático que nos introduce
de lleno en la experiencia de una huida que todo lo revuelve, arrollando a su
paso no solo a Jessica, sino también las falsas esperanzas de este pobre náufrago
dispuesto a reconducir su vida junto a Sally, la esposa despechada que ha ido a
refugiarse en los brazos de otro hombre.
Quinn quiere a Sally aunque se
acuesta con Jessica, puro ardor frente al hogar apacible y conocido que
representaba vivir junto a su mujer; con la previsión del futuro resuelto y la
sensación de una vida detenida, sin horizontes en apariencia, de una seguridad
no menos engañosa. Así que Quinn coge el coche, como solía hacer de joven cuando
necesitaba largarse para pensar, y pone ruta a la ciudad de Flagstaff, casi al
otro extremo de los Estados Unidos, donde su tía Hanna les ha dejado en
herencia, a él y su hermano, un motel que en realidad es una ruina, un problema
añadido con el que bregar.
A partir de la voz omnisciente de un
narrador en tercera persona que a menudo se funde con los pensamientos de
Quinn, asistimos al carácter huraño de su protagonista, y a su visión
desesperada de cuanto le acontece; al recorrido feroz que emprende movido por
la necesidad, un deambular errabundo por un conjunto de situaciones absurdas amplificadas
por ese halo de irrealidad que las envuelve y convierte en excepcionales, como
un trasunto de su propia confusión; tal es el caso de la visita improvisada de
Michelle, la hermana pequeña de Sally, otra desahuciada más a quien se propone
seducir pero a la que, de pronto, descubre en la fragilidad más absoluta; una
Michelle que de repente ha dejado de ser la muchacha vitalista que él conoció,
perdiendo toda su luz. Nada subsiste, como si dijéramos. Ni la pasión, ni tampoco
siquiera la belleza de los ángeles.
..
Castán parece haber escrito esta
historia para mostrarnos el particular descenso a los infiernos de Quinn a
través de un recorrido repleto de señales y desvíos engañosos, pues al cabo el
trazado y el sentido se revelan curiosamente únicos: con la sempiterna desilusión
de fondo, y el más crudo desengaño. Los diferentes espacios por los que
transita, plasmados con suma delicadeza y cercanía por Leyva, expresan todo el
cúmulo de carencias y ausencias vividas, con imágenes turbias y borrosas tan parecidas
a sus sentimientos, a través de las cuales el autor edifica esa atmósfera de
soledad y nostalgia que resulta crucial en el comportamiento de esta novela de
náufragos. Una vez más, Castán se erige en retratista de la desolación y el quebranto.
De ese perderse de pura soledad.
* Esta reseña ha aparecido publicada en el número de junio de la revista de literatura Quimera.