martes, 18 de agosto de 2009

La carta-portafolio 14

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La carta
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Todas las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolio y, antes de comenzar la tarea diaria, escribo una línea en la larga carta donde, desde hace catorce años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio.
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Luis Mateo Díez, Los males menores, Austral, Madrid, 2002.
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La Carta-portafolio 14

Todas las mañanas desde hace años, antes de encender la lámpara, explico en una larga línea diaria la tarea minuciosa de mi suicidio. Él comienza a abrir la oficina donde llego y me siento; las razones escriben la carta.
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La carta (I)
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Mi suicidio llega todas las mañanas a la oficina. Antes de comenzar la larga tarea diaria de sentar razones, abre el portafolio y enciende la lámpara. Desde hace un año, me escribe la carta en donde explico, minuciosamente, las catorce líneas [de mi muerte].
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La carta (II)
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Mi suicidio llega todas las mañanas a la oficina. Antes de comenzar la larga tarea diaria de sentar razones, abre el portafolio y enciende la lámpara. Desde hace un año, me escribe la carta en donde explico, minuciosamente, las catorce líneas [de mi vida].
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La carta (III)
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Mi suicidio llega todas las mañanas a la oficina. Antes de comenzar la larga tarea diaria de sentar las razones, abre el portafolio y enciende la lámpara. Desde hace un año, escribe la carta donde me explico, minuciosamente, en catorce líneas.
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sábado, 15 de agosto de 2009

La casa tumbada ;-)

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En escena, esta vez, tres personajes fundamentales; sin mencionar, por descontado, la irrupción de esa paseante de pantalón blanco que ha decidido, por su cuenta y riesgo, entrometerse en la obra:

Ruido ambiental: Ssssssshhh...
Un coche sumamente silencioso: [Roummmmm]...
El apuntador, percatándose -tarde, como siempre- de la cruda realidad: Ah! No...
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"