Es un día cualquiera. Me levanto como siempre, y después de llevar a cabo ciertas tareas domésticas, me dispongo a trabajar. No ocurre nada extraordinario; de hecho, mi rutina se rige con el implacable discurrir acostumbrado y, sin embargo, una leve sombra oscurece mi ánimo. "Un día más sin escribir", pienso fugazmente (a veces es más bien algo como "otro día más sin retomar esa lectura tan interesante que tenías entre manos"). El caso es que estos remordimientos apenas si suelen durar una milésima de segundo; no consiento que me afecten demasiado pues, "a fin de cuentas -determino- se trata de un pequeño olvido o, cuando menos, de una renuncia sin mayor importancia". Aun así, no siempre consigo atajar este vago malestar, evitar que de pronto se erija en un sacrificio imperdonable. En contadas ocasiones, incluso llega a constituir la renuncia más cara...
Todo esto tiene lugar en el espacio reducido de mi habitación. Afuera, la vida prosigue su rauda marcha: la tele y los periódicos vierten sin cesar el vómito tóxico de una realidad que sólo sabe de miserias, mientras aquí adentro las faltas, las renuncias (de diversos tamaños y colores) y otras zarandajas campan por sus respetos. (*)
(*) ¿Se acuerda el lector del maravilloso cuento titulado "Casa tomada", de Julio Cortázar?
domingo, 19 de marzo de 2006
jueves, 9 de marzo de 2006
Ich lerne gerade Deutsch
Estoy estudiando alemán y el caso es que he cogido el asunto con gusto. Recibo clases a diario y a diario lo practico en casa para progresar aunque sea un poquito. Pensaba que iba a resultarme bastante pesado pero no. Menos mal. En clase somos un grupo de unas 30 personas y la profe es una mujer enérgica, de lo contrario no podría con nosotros.
Yo tenía ciertas reservas con esto de aprender una lengua a partir de cierta edad (me refiero a una vez superados los 30); que determinadas cosas (entre ellas, los idiomas) se volvían de pronto inaccesibles o, cuando menos, dificultosas... De nuevo me he vuelto a equivocar... En realidad, ya voy viendo que vivir es contradecirse una y otra vez...
Yo tenía ciertas reservas con esto de aprender una lengua a partir de cierta edad (me refiero a una vez superados los 30); que determinadas cosas (entre ellas, los idiomas) se volvían de pronto inaccesibles o, cuando menos, dificultosas... De nuevo me he vuelto a equivocar... En realidad, ya voy viendo que vivir es contradecirse una y otra vez...
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"