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Los nuevos amores son a veces los más antiguos. Algo seduce en ellos que resuena a todas las renuncias. A todos los adioses que se acumularon en el hueco de la escalera sin que hubiera ocasión de airearlos.
Los nuevos amores a veces son los más fieles y sencillos. Amores genuinos que se empeñan en abrirse paso por un mar de dunas, persistente en su azote de arena infinita.
Los nuevos amores se saben incólumes pese a su carga futura de impureza; pese a los desencantos tan puntualmente venideros; debido, sobre todo, a nuestro encantamiento tan fuera de tiempo y de lugar.
Los nuevos amores son frescos tal vez por ser sumamente viejos. Tan encantadores son que nos seguirán seduciendo incluso cuando languidezcan nuestros sueños.
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