martes, 24 de mayo de 2016

Trescientos treinta y siete

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amistad. Alegría compartida por el solo hecho de saber que el otro existe.
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lunes, 23 de mayo de 2016

Trescientos treinta y seis

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rutinas. Repeticiones útiles, aunque no lo vean así ni por asomo quienes se entregan a su mandato.
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sábado, 21 de mayo de 2016

jueves, 19 de mayo de 2016

Trescientos treinta y cuatro

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A partir de cierta experiencia, el tiempo transcurre tan deprisa para nosotros como lento parece discurrir para los demás, mientras concurre en una serie de precipitaciones y atropellos, al recurrir a todas las distracciones y entretenimientos de que es capaz para engañarnos tantas veces como sean necesarias.
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Renu(e)ncias

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No soy muy consciente de haber viajado con el hámster de mi infancia metido en el bolso, pero cuando mi hermano me señala con alarma una mancha de humedad perfectamente distinguible, una ráfaga de agobio me empuja a abrirlo para rescatar de sus profundidades a mi olvidada mascota. En el interior de una bolsa de plástico, una cobaya diminuta da bocanadas desesperadas para tomar el aire que no tiene. Trato de recuperarla, aunque no consigo reprimir un profundo asco mientras la sujeto con la mano trémula; luego de reprocharme mi mala cabeza de siempre, esa acuciante desmemoria que no remite jamás. Parece que aún vive. Me alegro e impaciento por igual. ¿Qué demonios voy a hacer con un bicho de pelo ralo y reproche infinito? ¿Cómo ha logrado colarse desde tan lejos en mi bolso? Y, sobre todo, ¿para quéTras proseguir nuestro viaje por lo desconocido, le digo a mi hermano que lo mejor sería deshacerse de él. Que no se merece el pobre tanto sufrimiento inútil. Poco antes, le había comprado un saco de lona con hechuras de mochila para que pudiera respirar a sus anchas a través de la tela, con bolsillos interiores y correas firmes que lo sujetaran en medio de tanto vaivén. No me lo pienso y lo envuelvo a conciencia en la bolsa que ha pasado a ceñirlo con la firmeza justa. Ojalá se ahogue, nos ahoguemos todos, de una maldita vez. 
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"