sábado, 11 de mayo de 2019
PLESIOSAURIO
Ya está disponible en línea el último número (año XII, núm 11, abril del 2019) de la revista que dirige Rony Vasquez Guevara, Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana, en tres volúmenes nada menos, con la presencia de numerosos cultivadores del género microrrelato, ya sea en forma de colaboración, ya de objeto de estudio sobre alguna obra, tales como Raúl Brasca, Juan Yanes, Susana Camps Perarnau, A. Azucena Rodríguez, Diego Muñoz Valenzuela, Mónica Cazón, Ildiko Nassr, Nélida Cañas, Norah Scarpa Filsinger, Patricia Nasello, Esther Andradi, Paz Monserrat Revillo, Beatriz Alonso Aranzábal, Rosita Fragel, Javier Ximens, Kathy Serrano, Lorena Escudero o Lluís Talavera, entre otros. Muy contenta de participar con un microdecálogo en sus páginas.
miércoles, 8 de mayo de 2019
ESAS QUE TAMBIÉN SOY YO
Acaba de ver la luz en la editorial Ménades Esas que también soy yo, una antología compuesta por 60 autoras, que contribuyen para la ocasión con el cultivo de varios géneros, al cuidado de las editoras-escritoras Carmen Peire e Isabel Cienfuegos. Muy contenta y agradecida de poder formar parte de ella, junto a tan buenos nombres. Más información, aquí.
viernes, 3 de mayo de 2019
Microtextualidades
Ya está disponible la revista en línea Microtextualidades, número 5 (2019), con diversas aportaciones monográficas, artículos, reseñas, entrevistas y poéticas de escritores. Muchas gracias a sus responsables por invitarme a participar. Os copio a continuación la tabla de contenidos con sus respectivos enlaces:
Núm. 5 (2019)
Micro-atlánticos: nuevas perspectivas de estudio en la minificción y el microrrelato transoceánicos
Coordinado por María Martínez Deyros
Tabla de contenidos
Monográfico
Carlos Javier Eguren Hernández, Yasmina Romero Morales
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1-31
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Fatima Regina Nogueira
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32-44
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Rosa María Díez Cobo
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45-66
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Agata Draus Kłobucka
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67-76
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Lucía Leandro Hernández
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77-92
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Ana Maria Alonso Fernandez
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93-105
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Raquel de la Varga Llamazares
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106-115
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María Victoria Guadamillas Gómez
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116-127
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Artículos
María Rodríguez Velasco
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128-144
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Cristiana Pugliese
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145-152
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Xing Liu
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153-162
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Anna Isabella Squarzina
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163-177
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Reseñas
Reseña de Cuatro páginas en blanco, de Lucho Zúñiga. Lima: Paracaídas Editores, 2011.
Laura Elisa Vizcaíno Mosqueda
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178-182
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Reseña de Negativos, de Lorena Escudero. Madrid: Torremozas, 2015.
Víctor Santiago de Dios Menéndez
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183-185
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Reseña de El microrrelato en la España plurilingüe, de Irene Andres-Suárez. Valladolid: Cátedra Miguel Delibes, 2018.
Carmen Rodríguez Baleato
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186-190
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Reseña de Pequeñas sediciones, de Javier Vela. Madrid: Torremozas, 2015.
Xing Liu
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191-193
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Reseña de Elogio de lo mínimo. Estudios sobre microrrelato y minificción en el siglo XXI. Ed. Ana Calvo Revilla. Madrid: Iberoamericana y Vervuert, 2018. 314 pp.
Sandra Arévalo Domingo
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194-196
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La Microbiblioteca: VI Microconcurs. Biblioteca Esteve Paluzie. Barberá del Vallés, 2017.
Víctor Santiago de Dios
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197-199
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Reseña de Crudeza, de Mario Pérez Antolín. Gijón: Trea, 2018.
Jon Viar
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200-202
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Testimonios y Entrevistas. Creación
Entrevista a Raúl Brasca
Sandra Arévalo Domingo
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203-210
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Entrevista a Francisco Ferrer Lerín
Carmen Rodríguez Baleato
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211-215
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Entrevista a Rosana Alonso
Víctor Santiago de Dios Menéndez
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216-222
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Entrevista a Gemma Pellicer
Sandra Arévalo Domingo
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223-228
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Microrrelatos inéditos, de Rosana Alonso
Rosana Alonso
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229-231
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Brevísimo bestiario doméstico, de Rosana Alonso
Rosana Alonso
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232-234
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El cuac del microcuento, de Lilian Elphick
Lilian Elphick
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235-238
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miércoles, 1 de mayo de 2019
755
Las pulsiones trazan, audaces, sus rutas secretas, y atajos; sus vías secundarias. Incluso disponen de su propia escalera de incendios, llegado el caso.
martes, 30 de abril de 2019
Luz de tormenta, de Ángel Zapata
Podría decirse que este nuevo libro de Zapata forma un díptico con Materia oscura, su anterior volumen de microrrelatos. Así, Luz de tormenta nos propone un recorrido de corte poético y onírico a través de un conjunto de prosas breves a caballo entre el microrrelato y el poema en prosa, impregnadas todas ellas de reflexión metafísica, que divide en cinco partes iguales ─compuestas por 11 piezas cada una─, más un epílogo ─de tan solo seis─; mientras que en su libro anterior barajaba ambos géneros con microensayos, cuentos breves y aforismos. Se trataría, en cualquier caso, de una selección de piezas más decantada hacia la poesía o la imaginería filosófica que hacia lo narrativo, aun cuando comparta con aquel su estética de rehuir a toda costa significados basados en argumentos al uso; meros amagos de una literatura fosilizada de la que el autor, en su búsqueda de sentidos esenciales, ha querido prescindir en esta ocasión. No en vano, para comprender las piezas aquí reunidas, el lector sentirá que precisa acercarse al texto de un modo más intuitivo que racional.
Tras deambular por los escenarios medio arrasados y, con frecuencia, despoblados que aparecen en el presente volumen, nos queda la sensación de haber asistido a un despliegue de imágenes de una intensa carga emocional. El ansia, el vacío y la falta de agarraderos son los temas centrales de los que se ocupa sin descanso. Así las cosas, esta vez me ha parecido distinguir un yo poético que habla mediante alegorías de un mundo irremediablemente disuelto o yermo, y no tanto reducido al caos o al absurdo como sucedía en las piezas de Materia oscura; al mismo tiempo que es fácil detectar en él un puñado de aforismos engastados, de pensamientos en suma, cortados por ese mismo sentimiento de desamparo: «Solo para los otros estaré muerto un día, no para mí» (p. 19); «La vida es una rosa amenazada» (p. 46); o «Nada continúa unido si no es por medio de cadenas» (p. 48).
El conjunto, muy trabado, va dando paso a una rabia creciente ─cercana al rechazo y a la repulsión─ desde la melancolía y el abatimiento inicial con que se abre el volumen. El poema prólogo del comienzo resulta, de hecho, desolador: como si hablara un yo moribundo o semimuerto, la personificación misma del desencanto, la impotencia hecha carne. Y «Paso a nivel» me parece una muestra elocuente de su empeño: «Ahora busco la frase que diga el pasillo inundado, el agua en que flotan hormigas, pero no viene. En su lugar (…) encuentro una inmensa extensión desértica, ni oscura ni verdaderamente iluminada, parecida a la noche polar». La cubierta, obra del artista Roberto Carrillo, podría reflejar el sentido de esta última frase, de resonancias sin duda existencialistas. A medida que el narrador-peregrino avanza en su deambular errático, salvando la distancia que separa las diversas estaciones de su personal via crucis, el lector descubre que no hay avance posible. Antes bien, «nuestra angustia es delicadamente esférica» (p. 26). «Luz de tormenta», el microrrelato con hechuras de poema en prosa que da nombre al conjunto, estaría expresando asimismo ese forcejeo infructuoso en mitad de un «día que va a nacer, un día balbuciente, anegado de espinas, donde la oscuridad es soberana» (p. 51).
De ahí que la rabia, su apuesta destructiva y, acaso, revitalizadora, sea para este personaje abatido la única salida que asoma justo en el cierre de la tercera parte, una vez alcanzado el epicentro de este libro-volcán. De ahí también que solo después de constatar que «todo está equivocado. Cuando algo mana, mana deshaciéndose» (p. 55), apueste por el revulsivo de la destrucción: «Hay sospechas de que la Vía Láctea va a entrar en quiebra de un momento a otro. La puerta giratoria de lo real lleva un siglo atascada» (p. 90). Zapata, en suma, ha compuesto una obra preñada de imágenes inquietantes y lúcidas a un tiempo que busca espantarnos las sombras y despejar, en lo posible, nuestro camino hacia la esperanza. Como hace la buena poesía.
* Esta reseña ha aparecido publicada en el número de abril (424) de la revista Quimera.
lunes, 22 de abril de 2019
jueves, 18 de abril de 2019
El antimicro
Yo estaba en medio de ese micro embudo que se lo tragaba todo por culpa de la obsesión del narrador y, de pronto, me dije: "Basta, sal de ahí". En parte, se trataba de desandar el camino para volver a recorrerlo de otro modo. Aunque yo acabara de descubrir que el oscurecimiento literario era un defecto imperdonable cuando no conducía a nada. O sea, casi siempre. Había que atenerse, pues, a la realidad: la gente lee (entiende, proyecta) lo que desea leer (entender, proyectar). A eso se reduce la comprensión lectora. De modo que me dije: "Sal de ahí ahora mismo y déjate de veladuras. Sé claro y lúcido. Mordaz". Y aquí me tienen. Convertido en un diletante de la escritura. Cargando este microembudo como un Sísifo cualquiera. Consumido por él; devorado por él. "Por favor, sáquenme de aquí".
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.
Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"