lunes, 11 de mayo de 2009

Uno de tantos

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Pasear por la calle con los bolsillos vacíos y una edad desesperante no resulta el mejor presente que digamos, qué duda cabe. Pero me han despedido y la sola perspectiva de tener que ajustar mi vida a la terrible monotonía de encontrarme sin nada que hacer, se me antoja un fastidio tal, que a punto he estado de cruzar la vía cuando el bus pasaba por delante. No he alcanzado a hacerlo sin embargo. Por suerte o por desgracia, carezco del valor y del arrojo necesarios, de modo que, ahora, cada vez que me cruzo con el mismo autobús de dos plantas, me dedico a tomar conciencia de la magnitud de mi cobardía. Si por asomo llegara a descubrir que dentro de dos meses voy a seguir en las mismas, aunque convertido para entonces en un auténtico vagabundo, supongo que de la desesperación, me lanzaría sin pensarlo contra las ruedas del autobús, pero como no debería saberlo, me limito a dormir una noche más al raso y a aceptar los pocos euros que me confían a las puertas de la parroquia para tomar un trago. La única satisfacción que voy a recibir en adelante, aunque esto último también debería ignorarlo, la hallaré los sábados por la mañana, cuando las monjitas de la parroquia me den un bocadillo de atún y los buenos días. Mi pasado de impecable narrador omnisciente no logrará impedir, pese a todo, que dentro de un par de meses, el dichoso autobús me arrolle al fin.
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14 comentarios:

  1. A veces puedes elegir la manera de gestionar tu supervivencia, tienes el problema de la elección. A veces solo tienes una opción,no tienes que elegir, pero te sientes limitado. Otras veces no existe ninguna posibilidad de sobrevivir, creo que ésta es la más trágica.
    Es tan duro, que cuesta ponerte en el lugar del personaje.
    Un fuerte abrazo.

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  2. Tristemente de actualidad esta tranquila desesperación. Me gustó lo del autobús de dos plantas que da la medida exacta de su cobardía. Y ese final ineluctable, a pesar de su pàsado de narrador omnisciente. Besiños, cuentista.

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  3. Joder Mega, que poco tiene de cuento este cuento. Esta historia de la depresión de la Depresión.

    ¿El sistema financiero?, bien, gracias. Papá Estado se está portando. Así no pasará como en la del 29, que se suicidaban los ricos.

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  4. Siento piedad por el personaje, un pobre narrador omnisciente venido a menos. El pobre se ha equivocado de siglo. Un abrazo, Mega.

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  5. El narrador omnisciente no existe, no existió nunca, mira lo que le pasaba a Unamuno en sus nivolas. Así que igual no, igual lo que pasa es distinto, igual nos lo cuenta en dos meses...
    (Yo es que no puedo, no puedo dejarlo así)
    Estamos animadas tú y yo hoy.

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  6. Creí que al final diría algo así "mi pasado de impecable... no impedirá que cuente mi final". Pero le has dado una vuelta de tuerca con lo del autobús. Felicidades, y un beso.

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  7. Quizá el bocadillo de atún que le dan las monjitas le haga reflexionar un sábado sobre las razones de su desesperación. Y quien sabe si encuentre entonces la verdadera medida de su problema y ese autobús pases sólo a formar parte del mobiliario urbano.

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  8. Mega, estas condenas tuyas, siempre en el límite de lo admisible o soportable, tienen la virtud de involucrarnos como uno de tantos, que se en encuentra en el filo de una situación del qué hacer? o el cómo hacerlo? y la inapelable consciencia de saber lo que pasará.
    Un abrazo entre tantos.
    Sergio Astorga

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  9. Sigma, sin duda. Imagino que habrá por ahí muchísimos casos parecidos, inexistentes de tan cotidianos. Un abrazo

    Bárbara, ese final levanta una duda razonable sobre su destino, porque, veamos: ¿lo han despedido, entonces, justamente, al ser incapaz de preveer su propio futuro, y de reaccionar en consecuencia, o injustamente, desde el momento en que todos nosotros compartimos un mismo destino de muerte, incapaz de soslayar? Besos de vuelta, poeta

    Nán, ahí están los cadáveres de la crisis, en la gente de a pie. Su recuento se hace casi imposible, de tan abundante. Las cifras cantan por sí solas. Abrazos

    Herman, ni que lo digas. En su caso, de modo irreversible además; como el de otros tantos... Un beso

    Olga madrina, jaja, qué manera la tuya de salvarle el pellejo. ;-P
    En cualquier caso, hay futuros seriamente comprometidos. En eso sí coincidirás. Un besazo

    Antonio, su omnisciencia lo atrapa y condena por igual, desde luego. (Qué bien haberte sorpredido.) Un beso bien grande

    Manuel, muy buenas tenga usted. Me parece que te voy a poner de padrino junto a Olga.
    ;-) Un fuerte abrazo

    Sergio, es que no hay momento más delicado, ni tampoco más determinante, que ése, ¿no te parece? De nuevo, estas situaciones al límite le van muy bien al género del microrrelato. Besos

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  10. Un cuento real, porque desgraciadamente, es la realidad de cada día. en los autobuses de dos pisos siempre tenemos la elección de ver la vida tal como es si escogemos el primer piso, o evadirnos un poco y ver el paisaje si escojemos el segundo mientras pensamos. lástima que en España los autobuses sólo sean de un piso. un saludo

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  11. Bohemia, bienvenida. Lo cierto es que en Berlín, por ejemplo, los autobuses son casi todos de dos pisos y la gente se reparte tal como dices. En el primero, ves a gente mayor, jubilados e inválidos en su mayoría, mientras que en el segundo se encuentran los turistas y los jóvenes en general. Un abrazo

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  12. Mega, un gusto pasear por tu blog. Te encontré , entre los blogs de españoles ilustres que visito, atrevidamente, a menudo ( Fernando Valls, Serrano Cueto, Puche ). Un talento increíble mujer.... Comienza a concursar con tus micros... son muy buenos! ( es mi humilde opinión).
    Saludos cordiales desde Argentina.

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  13. Gracias, Fabiana, por tus palabras. Yo también te conozco a ti a través del blog de Fernando Valls. Y a mí también me gustaron tus micros. Lo cierto es que te agradezco de veras que me animes a concursar; el día menos pensado igual me animo. ;-D
    Bienvenida, y saludos desde BRLN.

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  14. ¡Toma ya! ¿Escribir así de bien la puta realidad no está penado por la ley? Joder, Mega, es como quien lo vivió lo sabe.
    ¡¡Felicidades!!

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"