domingo, 11 de septiembre de 2011

DELIRIO DE MIEDO



Mil gracias al trabajo del equipo FRIDA. En este número de miedo podéis encontrar, junto con la obra de infarto de un conjunto de artistas plásticos, textos dPaz Juan Robledo, Araceli Esteves, Rosana Alonso, Agustín Martínez Valderrama y Jesus Esnaola. Feliz de estar en buena compañía. Y de que la revista crezca más y más...



GUERRA SIN CUARTEL, 1

El pasado jueves por la mañana, después de ultimar unas cuantas tareas domésticas y sentarme a la mesa de mi escritorio a trabajar, descubrí con pavor que dos protuberancias horrendas remataban mi figura en escorzo. No quise violentarme. Por el contrario, deduje, todo lo sereno de que fui capaz, que ese par de zapatos lustrosos que asomaba retador por fuerza era resultado de mi malasombra, quien, soliviantada y crecida como nunca, ha conseguido hacer desaparecer mis cómodas zapatillas. Es inaceptable. Para ganar algo de tiempo, he puesto los pies en remojo dentro de una jofaina.



GUERRA SIN CUARTEL, 2 (versión de DELIRIO)

El pasado jueves por la mañana, después de ultimar unas cuantas tareas domésticas y sentarme a la mesa de mi escritorio a trabajar, descubrí con pavor que dos protuberancias horrendas remataban mi figura en escorzo. No quise violentarme. Por el contrario, deduje, todo lo sereno de que fui capaz, que ese par de zapatos lustrosos por fuerza asomaba retador como resultado de mi malasombra, quien, soliviantada y crecida, ha conseguido hacer desaparecer mis cómodas zapatillas. Resulta inaceptable. Para ganar algo de tiempo, he puesto los pies en remojo dentro de una jofaina.




GUERRA SIN CUARTEL, 3 

El pasado jueves por la mañana, después de concluir unas cuantas tareas domésticas y sentarme a la mesa a trabajar, descubrí con asombro que dos protuberancias horrendas remataban mi figura en escorzo. No quise violentarme. Por el contrario, deduje, todo lo sereno de que fui capaz, que ese par de zapatos lustrosos por fuerza asomaba retador como resultado de mi malasombra, quien, soliviantada y crecida, ha conseguido hacer desaparecer mis cómodas zapatillas. Resulta inaceptable. Para ganar algo de tiempo, he puesto los pies en remojo dentro de una jofaina.


Sin cuartel


El pasado jueves por la mañana, después de concluir unas cuantas tareas domésticas y sentarme a la mesa a trabajar, descubrí que dos protuberancias horrendas remataban mi figura en escorzo. No quise violentarme. Por el contrario deduje, todo lo sereno de que fui capaz, que ese par de zapatos lustrosos asomaba como resultado de mi malasombra, que, soliviantada, ha optado por esconder mis cómodas zapatillas. Resulta inaceptable. Para ganar algo de tiempo, he puesto los pies en remojo, dentro de una jofaina.

.
.
Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"