miércoles, 29 de octubre de 2008

La vida en un hilo

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Quisiera tener un papel a mano, y el pulso y los ojos de cuando tenía veinte años, para transcribir estos pensamientos que aún me sostienen. Dejar constancia de la fugacidad de la vida, del enorme desgarro que se asienta en las vísceras, de la muerte que se abre paso sin permiso, con la lentitud de una reina malvada, mientras pesadillas sin cuento revolotean feroces, en mísero aleteo ruin. Unas pocas palabras cojas y vacilantes, macilentas de espanto y ahogo.
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Si pudiera envolver el terror que siento en un trozo de papel -ni que fuera de estraza-, me dolería mucho menos esta soledad mía hecha de retazos. Tengo más de 90 años y todavía no sé qué va a ser de mí.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"