viernes, 17 de octubre de 2008

Ira

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ira.
(Del lat. ira).
1. f. Pasión del alma, que causa indignación y enojo.
2. f. Apetito o deseo de venganza.
3. f. Furia o violencia de los elementos.
4. f. pl. Repetición de actos de saña, encono o venganza.
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Fuente: DRAE (2001)
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Yo estaba asomado a la ventana cuando lo vi. Parecía un hombre de mediana edad, tal vez fuera mayor o tal vez más joven, no lo sé. Lo que sí puedo asegurarle es que se puso a recorrer la acera de un lado para otro como un león enjaulado, el rostro demudado, como si acabara de padecer una gran contrariedad. Poco antes, había estampado el móvil contra el suelo, así que pensé que quizá se tratara de una riña, tal vez con su mujer. Pero ya le digo, también podría ser que se enfadara porque tenía un mal día o, simplemente, por alguna jugarreta en el trabajo, y ese asesinato que usted anda investigando no guardase ninguna relación con lo que yo presencié. Al poco rato, sí, al cabo de un cuarto de hora más o menos, una mujer delgada de estatura media se bajó del autobús. Del 15. Lo sé porque es el que suelo tomar de camino a casa. Bueno, pues por lo visto, aquel señor tendría mucha urgencia en aclarar sus asuntos con ella, pues en cuanto la vio, enseguida la agarró por el brazo como si no fuera a soltarla fácilmente. A ninguno de los dos parecía importarles lo más mínimo montar una escena en mitad de la calle. Con muchos aspavientos, sí, tal como le digo. De hecho, desde donde yo estaba, sólo pude reconocer unos cuantos insultos y alguna frase malsonante, nada más. Luego, la mujer, que tendría más o menos su edad, todavía tuvo arrestos de propinarle una bofetada que le sirvió para librarse de él y salir huyendo. En dirección opuesta, sí. No, él no la siguió. Tal vez fueran amantes, no sé. Al fin y al cabo, todo me pareció muy normal. Algo violento, es cierto, pero muy normal. Como le digo.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"