Hablablabla sin sentido, sin ton ni son, sin tino, sin límite, tasa ni medida, sin fin ni cuidado. Hasta que un día dejó de hacerlo contrariada, contestataria, contenida, y nos convenció.
. . Hermosa vida que pasó y parece ya no pasar… Desde este instante, ahondo sueños en la memoria: se estremece la eternidad del tiempo allá en el fondo. Y de repente un remolino crece que me arrastra sorbido hacia un trasfondo de sima, donde va, precipitado, para siempre sumiéndose el pasado.