lunes, 22 de julio de 2013

Mansa corriente (1)

         
Otro día fuimos con los amigos del pueblo de excursión al río. Íbamos todos juntos porque se trataba de una actividad organizada de antemano, con momentos de riesgo y descanso, de ejercicio y diversión entremezclados, y la previsión era seguir la senda del río en busca de su origen; bordeando el cauce y los márgenes resbaladizos y húmedos; un paseo conocido para los de allí, no así para las dos únicas niñas de ciudad que íbamos confundidas con ellos. Por aquel entonces, yo ya tenía las rodillas repeladas y llenas de costras, y cargaba mi condición vergonzante de niña de ciudad, de modo que andaba pisando las piedras con verdadero tiento y cuidado, dispuesta a no caerme más de lo aceptable; resbaladizas y traidoras como eran todas para mí, en especial las de cantos rodados, cubiertas indefectiblemente por un musgo suave y engañoso.
(continuará)
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"