miércoles, 29 de agosto de 2012

Ein Bild wird lebendig / Una imagen cobra vida


Ein Bild wird lebendig

Er heißt Pedro Martínez und kommt aus Valladolid, Spanien. Er ist Uhrmacher von Beruf und sein Hobby ist Bildersammeln. Er restauriert auch gern Möbel und andere alte wertvolle Gegenstände. Er war zweimal verheiratet, aber hat keine Kinder. Seine Wohnung sieht aus wie das Haus eines talentierten Künstlers, obwohl er sich selbst als Handwerker sieht.
Es war einmal eine sehr alte Frau, die eine schöne Uhr zu ihm brauchte, um sie zu stellen. Jedes Mal wenn die alte Dame auf die Uhr sah, war sie auf jeden Fall fünf Minuten vorgegangen oder umgekehrt, das heißt, fünf Minuten später. Das hatte keinen Sinn für den Mann, aber er versüchte, das schöne Gerät zu reparieren. Da das Uhrwerk nach verschiedenen Inspektionen perfekt lief, dachte der Uhrmacher, dass es vielleicht mit der alten Dame zu tun hatte, nicht mit dem pünktlichen Gerät. Endlich konnte er herausfinden, dass das große Problem von der ungeduldigen Frau herrührt: immer wenn sie den Uhrmacher besucht hat, ist sie selbst fünf Minuten entweder vorgegangen oder nachgegangen. Die alte Dame hatte immer auf sich selbst statt auf die Uhr gesehen.
Natürlich war er darüber total überrrascht!


Una imagen cobra vida


Se llama Pedro Martínez y es de Valladolid. Relojero de profesión, su hobby consiste en coleccionar toda clase de pinturas. También le gusta restaurar muebles y objetos antiguos de valor. Estuvo casado en dos ocasiones, pero no llegó a tener descendencia. Su casa podría pasar por el apartamento de un artista inspirado, aunque él se vea a sí mismo más bien como un artesano. 
Un día conoció a una anciana que le trajo un hermoso reloj para que lo arreglase. La señora contaba que cada vez que miraba la hora, el mecanismo adelantaba cinco minutos o, por el contrario, los atrasaba con igual precisión. Aquello no tenía ningún sentido para el hombre, pero aun así trató de arreglar el artilugio. Al comprobar, tras varias inspecciones, que la maquinaria del reloj funcionaba perfectamente, el relojero pensó que tal vez la solución estuviera en la mujer, en lugar de en el dispositivo. Al final pudo averiguar que el problema residía en la impaciencia de la anciana: cada vez que recibía su visita, se adelantaba o atrasaba cinco minutos exactos. ¡Era ella la que no había cejado un segundo en medirse a sí misma en vez de medir la hora en el reloj! Por descontado, el hombre no salía de su asombro.




*Me perdonaréis la extravagancia, pero estaba hoy tan contenta de que mi profesora de escritura me felicitase por la redacción de alemán que hice ayer en clase, que no he podido evitar mostrárosla. A mí me gusta pensar que se trata de mi primer micro en alemán..., de ahí que os haya copiado la pieza en esa lengua. Me divierte el hecho de traducirme a mí misma. Lo he hecho libremente, y hasta he introducido algunos matices, aprovechando que estaba en ello. Como si con mi ejercicio hubiera llevado a la práctica lo que nos narraba Iban Zaldua tiempo atrás en su pieza titulada "Traducción", aparecida en La Nave. (Os he adjuntado el enlace). Nunca me ha dado por escribir en catalán, mi lengua materna, de ahí que me resulte graciosa toda esta situación, con su punto kafkiano. 

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"