...
...
Un océano de rastrojos y retama sin fondo, pensó, con caña y paja de un solo color, de crecimiento salvaje. Mires adonde mires, siempre lo mismo: retahílas esparcidas de arbusto en movimiento y maleza viva; o hierba mala, que también la hay. Y el consabido cricrí amenizando la tempestad.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWDSX5tP0TiZzN-d73wOtNNWl2PQCUrwKf8m4oiACUcC675NfT_o3QWG6hOfxs1tHio7HK9PyUDyPrTkwfOkydHA9_GWAwkwyq5hX8G8CK3GMqnCHeHV8H-i2cN4sa9Ybt3ZClUg/s400/18765_1270387754527_1074853884_30819447_1354246_n.jpg)
Un océano de rastrojos y retama sin fondo, pensó, con caña y paja de un solo color, de crecimiento salvaje. Mires adonde mires, siempre lo mismo: retahílas esparcidas de arbusto en movimiento y maleza viva; o hierba mala, que también la hay. Y el consabido cricrí amenizando la tempestad.
...