domingo, 1 de marzo de 2009

Encadenamiento

...
...
En el instante mismo en que su conciencia se libere del ruido circundante y, sobre todo, de la tristeza que la atenaza, le parece que va a poder hacerlo, que acaso logrará escapar. Así que cierra los ojos de nuevo y se concentra en esa idea fija y la amasa a conciencia hasta la obsesión, convirtiéndola en una plegaria, en alimento. Nunca más bofetadas, nunca más insultos, ni desdenes, ni desprecios, ni humillaciones.
-Nunca, nunca más.
...
Enfurruñada, la anciana cabecea y da palmadas en el aire para alejar de sí el peso de un cuerpo ajeno.
-Nunca más, te digo. No quiero.
Y entre tanto llora y patalea en vano, como siempre.
La conciencia es así de caprichosa: traslada a los más débiles al vacío para que agonicen a sus anchas, despacito, con todo el tiempo del mundo por delante. Aquella sombra insiste en no dejarla en paz.
..
.
.
Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"