sábado, 12 de diciembre de 2009

Tentación

...

...
Si te impido desde hoy, hijo mío, que te acerques, audaz y sigiloso como eres, al Árbol del conocimiento, ese que tú has dado en llamar «de la sabiduría» pero dime: ¿quién te reveló ese nombre?, no es porque te tenga en poco o considere demasiado joven, incapaz de discernir entre sus hojas y brotes; ni siquiera porque te reconozca débil como un tallo de hierba, espantado como esas alimañas que te persiguen en sueños; no. Si te estorbo y prohíbo, hijo mío, si te ordeno e impongo públicamente que no te dejes tentar por la jugosa fruta del aprendizaje es sólo porque yo, Dios todopoderoso, en mitad de tanta perfección como me rodea, he sentido de pronto una punzada de aburrimiento, mon semblable, mon frère!
..
.
.
Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"