jueves, 4 de julio de 2013

El sumidero de cada día

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Ante mí, un plato de sopa disminuía rápidamente sin llegar a calmar mi hambre, sin colmarme tampoco por dentro. Al sumidero aéreo y voraz de mi boca había que añadirle el sumidero del fondo del plato, que de pronto ha quedado al descubierto mientras yo lo contemplaba con aprensión. Unos fideos hiperactivos avanzaban por él como gusanos. Menos mal que luego, por fin, le ha tocado el turno a la bendita normalidad: levantarse, vestirse y desayunar tan pancha.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"