lunes, 17 de marzo de 2014

Ciento cincuenta y dos

...
 La verdad, cuando es pura y simple, apenas convence.*


* O lo que es igual: sólo nos seducen las apariencias; 
la versión más edulcorada y atractiva de un hecho; 
a menudo, su última actualización. Poco importa que 
sea algo improvisada si resulta coherente u ofrece 
una regurgitación adecuada del asunto, más 
o menos fiel. Al cabo, toda apariencia de realidad 
se habrá impuesto si ha sido capaz de cosechar por 
sí misma cierto aplomo, el consabido aplauso social. 
Eso sí: con el fin de que no se malogre, es preciso
que mantengamos en lo posible la transpiración y la 
textura del buen maquillaje, aquel que veamos 
que aguanta mejor según la ocasión.



...

.
.
Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"