viernes, 26 de marzo de 2010

Contraarmisticio

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Armisticio
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Con fecha de hoy retiro de tu vida mis tropas de ocupación.
Me desentiendo de todos los invasores en cuerpo y alma.
Nos veremos las caras en la tierra de nadie.
Allí donde un ángel señala desde lejos
invitándonos a entrar: se alquila Paraíso en ruinas.
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Juan José Arreola, "Cantos del mal dolor", en Narrativa completa, Alfaguara, Madrid, 1997.
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Allí donde un ángel
invasor de tu vida señala,
invitando mis tropas a ocuparla,
se nos alquila retiro
lejos de todos los armisticios.
En tierra de nadie nos veremos las caras.
Desde hoy me desentiendo
-en cuerpo y alma-
de entrar
en paraísos
con fecha de ruina.
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O, por qué no:
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Allí donde un ángel invasor de tu vida señala, invitando mis tropas a ocuparla, se nos alquila retiro lejos de todos los armisticios. En tierra de nadie nos veremos las caras. Desde hoy me desentiendo -en cuerpo y alma- de entrar en paraísos con fecha de ruina.
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* Doña Sigma ha tomado prestados unos versos de esta entrada en su blog para ilustrar -o más bien para letrar- una exposición de Carmen Mirallas que se celebra en Almería. Muchas gracias.
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martes, 16 de marzo de 2010

Rayos y termitas

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Este paraje con su árbol, su banco y hasta su círculo
estancado de agua seguirán ahí dentro de 5,
10, 15 años a lo sumo;
pero bastará un día sólo,
que pase una sola hora o una milésima de segundo acaso,
para que todo sea distinto.
No sabemos -cómo demonios íbamos a saberlo-,
si un rayo voraz y repentino decidirá segarle el cuello
-sin demasiados escrúpulos, está claro- al tronco sólido
de cuatro hijos principales, o si serán tal vez
las hacendosas termitas las responsables
de que se pudra su corazón por dentro, muy despacio
[-eso sí-,
de puro trabajar -y roer- tanto,
incansables y tediosas;
quién sabe.
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5, 10, 15 años pasan tan despacio, tan deprisa, como la incontinencia inextricable de los rayos,
o el hacendoso destejer de las termitas.
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jueves, 11 de marzo de 2010

Espectro invertido

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Desde el camino, la sospecha cierta de que podías estar en el interior de la casa de cristal esmerilado fue cobrando fuerza. ¿Cómo, si no, interpretar esos reflejos en sombra desparramándose, esa luz irradiando en contorno, de temores amplificada?
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Versión 2Desde el camino, la sospecha cierta de que podías hallarte en el interior de la casa de cristales esmerilados fue cobrando más y más fuerza. ¿Cómo, si no, interpretar esos reflejos en sombra desparramándose, esa luz de absorción irradiando temores, en contorno amplificada?
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domingo, 7 de marzo de 2010

En la jardinera

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Las flores lucían en la jardinera desde el domingo por la tarde, algo temblorosas todavía, y sin embargo tan lozanas que poco importaba que no hubiera retenido su nombre..Se habían encontrado en la calle lo mismo que entonces, como por casualidad o accidente. Igual que la otra vez, apenas habían logrado acallar ante el otro el repentino azoramiento, ni mostrar tampoco los arrestos necesarios para reprimir esa sensación de urgencia, de necesidad aplazada a deshora, y de contratiempo. Él sostenía un ramo espléndido de flores frescas y anaranjadas. Iba a regalárselas a-no-sé-quién, y de hecho se esforzaba por retener ese nombre lábil y escurridizo, cuando de pronto su memoria había salido huyendo. Como si jamás hubieran dejado de recordarse, pensó.
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lunes, 1 de marzo de 2010

Desarbolado

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Con la llegada de los primeros síntomas, el arbolillo empezó a sentir una frescura que creyó general, o cuando menos pasajera. Sin embargo, enseguida se dio cuenta de su error. No lograba entender por qué motivo la Naturaleza había decidido despojarlo a él sólo, a despecho del monte entero, que a sus espaldas lucía un verde tapiz. Viéndose, pues, desnudo y solitario, decidió dejar de ser árbol para siempre. En adelante, renunciaría a las tímidas hojas que le brotaban de vez en cuando, bajo el propósito de que terminaran confundiéndolo con un poste de teléfono. Ha pactado con el jardinero una poda urgente que lo reduzca a sus tres ramas principales. Cuenta para ello con el respaldo ingrávido de algunos pájaros.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"