viernes, 18 de abril de 2008

La gallina escritora

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El escritor inquieto tenía que entregar antes de que finalizara la mañana la cuenta de resultados del mes anterior, pero no lograba concentrarse en los cálculos. Un ansia de creación irresistible le recorría el cuerpo por entero, impidiéndole el desarrollo de su cometido: como si se tratara de una pobre gallina impaciente por poner un huevo.
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Una gallina que hacía números en lugar de revolotear por el corral a sus anchas, y que recibía desde hacía tiempo las amonestaciones de un gallo desdeñoso y de unos compañeros de trabajo más interesados en exhibir sus plumas de pavo real que del buen funcionamiento de la empresa.
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Como no había modo humano de poner el ansiado huevo, la gallina escritora se dispuso a liquidar, con la mayor diligencia posible, las sumas y restas pertinentes. Pero de nada sirvieron sus desvelos. Al gallo le bastó verificar su esterilidad para apartarla del grupo y relegarla al cuidado de los polluelos. Ya sólo aspira a donar su cuerpo para que, en el mejor de los casos, elaboren con los despojos un buen caldo jugoso.
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15 comentarios:

  1. Bonito cuento. Todos tenemos algo de esa gallina y ponemos entre sumas y cuentas de pérdidas y ganancias, los esfuerzos, correteos, aleteos y cocoroteos que podemos, porque no queremos quedarnos en caldo de asilo.

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  2. Pero qué barbaridades que nos escribe usted, doña Mega. Hombres/ganilla estériles, acongojados y destrozados por trabajos ingratos que no les permiten realizar sus verdaderas e interesantes ocupaciones. Qué cosa tan atroz y surrealista.

    Menos mal que no conozco ningún caso parecido.

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  3. Don Manuel,Doña Mega, ya conoceis a uno: Nunca quise estudiar derecho, pero acabé terminandolo.De pasante en un despacho de medio pelo, pasé de abogado para una compañía de tratamiento de aguas,y de ahí a llevar durante años el personal de una empresa de accesorios de automovil, y de ahí a una inmobiliaria, y de ahí a realizar consultoría//asistencia técnica para la administración pública...pero yo desde pequeñito siempre quise ser Corto Maltés.

    No me veo como una gallina, pero igual tengo que admitir que soy un poco cobarde. La hipoteca también ayuda.

    Un abrazo

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  4. Precioso y metafórico relato en el que espero que no seas la protagonista.

    un saludo

    desahogandome.blogia.com

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  5. Hermoso, Mega. No sé por qué he recordado esta frase: "La gallina es un procedimiento del huevo para fabricar otro huevo". En este caso, el huevo se equivocó de gallina.

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  6. Hola guapa, no sabes cuantas gallinas de esas he conocido, y tqmbien pavos reales,me parace que en todas las empresas existen estos dos elementos y verdaderamente son una pena, pero ya sabemos de que hablamos.

    petonets.

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  7. Pensando que el viernes actué como gallina contable tratando de no meter la pata y el pico en las declaraciones trimestrales, sólo puedo mostrar mi solidaridad con la gallina escritora. Creo que todavía dará para más que caldito.

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  8. Víctor, ciertamente: hay que evitar en la medida de lo posible ser presa de caldo. Aunque cueste.

    Manuel, jaja. Tampoco quería yo escandalizarlo, por favor.

    Fritus, entonces, según me cuentas, ya sólo te queda dar un saltito de nada para convertirte definitivamente en el Corto Maltés que llevas dentro... ;-)

    Desahogándome, descuida, que no soy la protagonista (sólo su ingeniera); aunque el peligro de renunciar a los propios sueños pueda convertirse en ocasiones en una auténtica amenaza...

    Herman, claro. La verdadera pena consiste en que ese huevo terminara perdiéndose. Un abrazo.

    Maria Eugènia, sin duda la fauna empresarial daría para componer un libro entero. ;-)

    Anab, jaja. Gracias por tu optimismo. ¡Quién sabe!

    Saludos múltiples

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  9. ¿Y qué hace ese gallo-gallina teniendo que entregar su cuenta antes de finalizar la mañana?
    ¡Ay, cómo nos dejamos enredar!

    Si al menos fura por un motivo noble, como la angustia de haberlo perdido todo y más en el juego o en vivir muy por encima de nuestras posibilidades... Pero estar rodeado de pavos reales, gallos ejecutivos senior, y tener que sufrir. Pecisamente nosotros. ¡Qué desconsuelo!

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  10. Me gusta mucho, Mega. Ay, cuánta claudicación...

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  11. Queramos o no, lo primero que esperan de nosotros, como gallinas, es que pongamos el huevo. Hasta no haber llevado a cabo esta función, me temo que no habrá forma de quitarse de encima al gallo desdeñoso.

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  12. A menudo la realidad y el deseo son incompatibles. Como ya ha dicho por ahí, a veces hay que tragar y claudicar para poder pagar la hipoteca.

    Y en cuanto a la creación, a mí me ha pasado cantidad de veces, tener una idea "genial" para un cuento o un poema en el curro o en lugares inoportunos y luego, al llegar a casa e intentar escribirlo, nada ni huevo ni poema ni cuento. Gallinas somos.

    bss

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  13. Nán, la mayoría de las veces no sabemos vivir como deberíamos. Cuánta razón hay en tus palabras. Un abrazo.

    Brujarroja, bienvenida. Cuánta, cuánta... ;-)

    Viajero, qué sabias también tus palabras. Pongamos, pues, cuanto antes un huevo enorme y orondo...

    ETDN, en efecto. Siempre podemos servirnos de la memoria para recuperar una idea, aunque lo de retener la inspiración, tan escurridiza ella, sea harina de otro costal.

    Saludos

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  14. Eres la gallina escritora, pero no eres estéril. ¡A Dios gracias! Así desayunamos cada tantito uno de tus sabrosos huevos por donde escaparle a la realidad sin salir de ella...
    Y que siga...
    Un beso.

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  15. Jajaja, ¡menudo halago!
    (Muy propio, por cierto, de elefantes azules como tú.)
    Un abrazo trompístico

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"