sábado, 17 de abril de 2010

Paisanaje

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Un océano de rastrojos y retama sin fondo, pensó, con caña y paja de un solo color, de crecimiento salvaje. Mires adonde mires, siempre lo mismo: retahílas esparcidas de arbusto en movimiento y maleza viva; o hierba mala, que también la hay. Y el consabido cricrí amenizando la tempestad.
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jueves, 15 de abril de 2010

Árbor

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¿Viejo, yo? ¿Quién se atreve? ¿Quién lo dice? ¿Aquél? ¿Quién, veamos, es el valiente? ¿Aquel otro, tal vez? ¿Acaso soy sólo lo que mis ramas peladas, hirsutas, dañinas a veces, dejan ver? ¿Acaso estoy hecho sólo de brazos retorcidos, anudados, deshilados? ¿Sólo veis en mí esa madeja desgreñada que aparento ser? ¿Sólo eso creéis, maldita sea, seréis?
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martes, 13 de abril de 2010

Espinas

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Espinas
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La verdadera crueldad de las espinas no reside en tenerlas sino en irlas perdiendo, dejándolas prendidas en la azorada piel de quien tenga la osadía de acercársenos.
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Luisa Valenzuela, Brevs. Microrrelatos completos hasta hoy, Alción Editora, Córdoba (Argentina), 2004.
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Quién tuviera la osadía de la espina en la piel prendida,
en la crueldad azorada de irlas perdiendo,
o en no tenerlas,
dejándolas acercársenos
sin residencia de espina verdadera.
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Versión 2
Acérquense quienes tuvieran la osadía
de la espina
en la piel prendida,
en la crueldad azorada de no tenerlas verdaderas,
o en irlas perdiendo,
dejándolas sin residencia
de espina.
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Versión 3
Prendida en la piel, la osadía de la espina
-de crueldad azorada-
nos deja sin residencia.
Se acerca en quien vaya la espina perdiendo,
o de tenerlas, no las tenga en verdaderas.
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domingo, 11 de abril de 2010

Qué reencuentro

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Venganza
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Después de tantos años reencuentro a la que me ignoró completamente cuando muchacho y disfruto la venganza de verla vieja tan acabada tan arrugada. Ella no puede verme porque sólo el recuerdo hace visibles los fantasmas.
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Luis Britto García, Andanada, Thule, Barcelona, 2004.
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Qué reencuentro.....
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Acabada la venganza, los fantasmas del recuerdo se hacen visibles: ¿por qué me ignoraría ella tantos años? Cuando muchacho, no podía ver a la venganza, tan vieja y arrugada; sólo después disfruto de verla tan completa. Acabada la venganza, los fantasmas del recuerdo se hacen visibles: ¿por qué me ignoraría ella tantos años?...
(Y así hasta el fastidio.)
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viernes, 9 de abril de 2010

número 6


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* El autor del mural azul es Paco Martos, miembro del GRUPO FRIDA; al que también pertenece Gemma Vegas,
la autora del niño-mariposa.
El grupo de Aída G. Corrales edita y maqueta la revista, que podéis descargaros pinchando sobre la imagen siguiente:
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lunes, 5 de abril de 2010

Cielo abajo

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...Cielo abajo, algunas estrellas apagan sus brillos en frondas verdes y cristalinas de puro aceite. Como un eco maldito, vaga y reverbera para nadie el oleaje de su aciaga memoria.
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viernes, 26 de marzo de 2010

Contraarmisticio

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Armisticio
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Con fecha de hoy retiro de tu vida mis tropas de ocupación.
Me desentiendo de todos los invasores en cuerpo y alma.
Nos veremos las caras en la tierra de nadie.
Allí donde un ángel señala desde lejos
invitándonos a entrar: se alquila Paraíso en ruinas.
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Juan José Arreola, "Cantos del mal dolor", en Narrativa completa, Alfaguara, Madrid, 1997.
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Allí donde un ángel
invasor de tu vida señala,
invitando mis tropas a ocuparla,
se nos alquila retiro
lejos de todos los armisticios.
En tierra de nadie nos veremos las caras.
Desde hoy me desentiendo
-en cuerpo y alma-
de entrar
en paraísos
con fecha de ruina.
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O, por qué no:
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Allí donde un ángel invasor de tu vida señala, invitando mis tropas a ocuparla, se nos alquila retiro lejos de todos los armisticios. En tierra de nadie nos veremos las caras. Desde hoy me desentiendo -en cuerpo y alma- de entrar en paraísos con fecha de ruina.
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* Doña Sigma ha tomado prestados unos versos de esta entrada en su blog para ilustrar -o más bien para letrar- una exposición de Carmen Mirallas que se celebra en Almería. Muchas gracias.
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martes, 16 de marzo de 2010

Rayos y termitas

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Este paraje con su árbol, su banco y hasta su círculo
estancado de agua seguirán ahí dentro de 5,
10, 15 años a lo sumo;
pero bastará un día sólo,
que pase una sola hora o una milésima de segundo acaso,
para que todo sea distinto.
No sabemos -cómo demonios íbamos a saberlo-,
si un rayo voraz y repentino decidirá segarle el cuello
-sin demasiados escrúpulos, está claro- al tronco sólido
de cuatro hijos principales, o si serán tal vez
las hacendosas termitas las responsables
de que se pudra su corazón por dentro, muy despacio
[-eso sí-,
de puro trabajar -y roer- tanto,
incansables y tediosas;
quién sabe.
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5, 10, 15 años pasan tan despacio, tan deprisa, como la incontinencia inextricable de los rayos,
o el hacendoso destejer de las termitas.
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jueves, 11 de marzo de 2010

Espectro invertido

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Desde el camino, la sospecha cierta de que podías estar en el interior de la casa de cristal esmerilado fue cobrando fuerza. ¿Cómo, si no, interpretar esos reflejos en sombra desparramándose, esa luz irradiando en contorno, de temores amplificada?
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Versión 2Desde el camino, la sospecha cierta de que podías hallarte en el interior de la casa de cristales esmerilados fue cobrando más y más fuerza. ¿Cómo, si no, interpretar esos reflejos en sombra desparramándose, esa luz de absorción irradiando temores, en contorno amplificada?
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domingo, 7 de marzo de 2010

En la jardinera

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Las flores lucían en la jardinera desde el domingo por la tarde, algo temblorosas todavía, y sin embargo tan lozanas que poco importaba que no hubiera retenido su nombre..Se habían encontrado en la calle lo mismo que entonces, como por casualidad o accidente. Igual que la otra vez, apenas habían logrado acallar ante el otro el repentino azoramiento, ni mostrar tampoco los arrestos necesarios para reprimir esa sensación de urgencia, de necesidad aplazada a deshora, y de contratiempo. Él sostenía un ramo espléndido de flores frescas y anaranjadas. Iba a regalárselas a-no-sé-quién, y de hecho se esforzaba por retener ese nombre lábil y escurridizo, cuando de pronto su memoria había salido huyendo. Como si jamás hubieran dejado de recordarse, pensó.
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lunes, 1 de marzo de 2010

Desarbolado

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Con la llegada de los primeros síntomas, el arbolillo empezó a sentir una frescura que creyó general, o cuando menos pasajera. Sin embargo, enseguida se dio cuenta de su error. No lograba entender por qué motivo la Naturaleza había decidido despojarlo a él sólo, a despecho del monte entero, que a sus espaldas lucía un verde tapiz. Viéndose, pues, desnudo y solitario, decidió dejar de ser árbol para siempre. En adelante, renunciaría a las tímidas hojas que le brotaban de vez en cuando, bajo el propósito de que terminaran confundiéndolo con un poste de teléfono. Ha pactado con el jardinero una poda urgente que lo reduzca a sus tres ramas principales. Cuenta para ello con el respaldo ingrávido de algunos pájaros.
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lunes, 22 de febrero de 2010

En la DGT

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En la página web de la DGT encontraréis un micro de mi cosecha. Ángeles Prieto Barba, coordinadora provincial de Educación Vial, así como cultivadora asidua de microrrelatos y cuentos estupendos, ha tenido la amabilidad de publicármelo.

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Gracias, Ángeles
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sábado, 20 de febrero de 2010

Árbol adentro

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Te equivocas, no somos sillas, sino ardillas, zanjó la cuestión. Por entre mis patas, a menudo se escurren lagartijas anhelantes de soledad, o bien se refugian sabandijas no menos desconfiadas que tú o que yo misma en otro tiempo, cuando pertenecía a una especie distinta. Ven, corre, toma asiento si quieres; no temas. Quizás al principio mi rostro te parezca feroz, y mi trato te resulte antipático, de modales desmañados; no te rindas. Insiste, confía. Te daré calor, fidelidad. Ven, corre, no temas. Deprisa.
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martes, 16 de febrero de 2010

Luz de lata

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Plata que salta a la vista sin falta.
Luz de lata que si no te atrapa se desbarata.
Tenaza que atenaza. Pilastra cariátide que, aun careciendo de sastre, arrebata,
sin que se altere ni apague su lumbre. Ni apenas descanse. O descuide.
Tanto le da que el sol se ponga, se quite o se apee.
Plateada planta simpática, sin aditivos ni plastas,
ni -por descontado- hercúleas lacras.
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Con su sonrisa perfecta de arrebolada nata.
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martes, 9 de febrero de 2010

El loco


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Un loco marca las horas y los segundos al son de un radiocasete de los años noventa, encaramado a un taburete en mitad de la noche. Ocupa el mismo sitio de siempre, y viste la falda escocesa de cada vez, con su correspondiente imperdible y esos calcetines a rombos que deberían cubrirle al menos las pantorrillas, vencidos a la altura de los tobillos, dejando a la vista una carne translúcida y como de cera; el cuerpo apenas abrigado con un chaquetón raído. Cuando lo alcanzo calculo que las calles llevarán desiertas un par de horas. El hombre, más joven que yo aunque pronto deje de parecerlo, actúa para el público ausente de otras veces, animado por el soniquete de la única música que le conozco, como si los movimientos de este autómata humano fueran a durar toda la noche. De pronto unos jóvenes hermosos, rebosantes de salud, se han acercado al loco por divertirse, y con la excusa de echarle unas monedas han decidido increparlo, parodiándolo con gestos simiescos. Les hace mucha gracia gritarle a la cara para comprobar de inmediato que el loco no se inmuta, situación que los excita y espolea en sus burlas, redobles y pantomimas, mientras repiten la gracia sin gracia y aumentan sus risotadas. Cuando los alcanzo y reprendo, compruebo que pese al jaleo que arman apenas son unos cuantos chicos y chicas de entre 18 y 20 años. Demasiado mayores, pienso para mis adentros. Compruebo también que están absolutamente sobrios. No tengo intención de moverme, así que me quedo plantada ahí, con la sangre hirviéndome, sin dejar de gritarles con el mismo desprecio que ellos han empleado con mi loco. Me miran sorprendidos sin entender. Sin ver tampoco. Como harían sus abuelos. Cansados de esperar, su juego se enfría y deciden marcharse. Al autómata y a mí nos tiemblan las piernas. El frío arrecia.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"