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sábado, 28 de agosto de 2010

Haber soñado


El sueño
Calisto soñó con Melibea: la soñó rendida, gozada.
Al día siguiente, de casualidad, la encontró en un jardín.
Con los derechos que le daba el haber soñado
tan íntimamente con ella, comenzó a seducirla.
Llevó más tiempo, pero a la larga fue lo mismo que en el sueño.

Enrique Anderson Imbert, La sandía y otros cuentos,
Editorial Galerna, Buenos Aires, 1969, p. 148.
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Haber soñado
Melibea soñó con Calisto: rendida, gozaba en sueños de los jardines que él le daba. Pero a la larga comenzó el sueño a ser lo mismo que el día, tan derecho. Mas íntimamente la seducía soñando con él en un tiempo siguiente.
La casualidad la llevó a encontrarse con ello.
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miércoles, 11 de agosto de 2010

Cuando ella me paseaba

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Cuando me paseaba con ella, las cabezas de los paseantes se transformaban en gigantescos ojos que la miraban.
Cuando entraba en el metro con ella, los cuerpos de los que la rodeaban se transformaban en gigantescas manos que la tocaban.
Y cuando me besaba, su cabeza se convertía en dos labios que lentamente me devoraban.
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Fernando Arrabal, “[Cuando me paseaba con ella]”, La piedra de la locura,
introducción y notas al texto por Francisco Torres Monreal,
Destino, Barcelona, 1963, p. 63.
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I.
Cuando ella me besaba, me convertía en dos labios con cabeza que se transformaban; en metros de cuerpo con paseantes cabezas; en gigantescos ojos que se devoraban, en manos gigantescas, que lentamente la rodeaban. Cuando me miraba, entraba transformado y la tocaba.
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Cuando ella me paseaba...
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II. Cuando Lola me paseaba...
Cuando ella, lentamente, me besaba, me convertía en su cabeza con dos labios que se transformaban en metros de cuerpo con paseantes de gigantescos ojos y cabeza gigantesca, los cuales se devoraban las manos que la rodeaban, transformando lo que tocaban.
Cuando en ella me miraba, entraba en ella.
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martes, 3 de agosto de 2010

Mi doble cuerpo

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"El doble"
Sería bueno y feliz si yo fuese sólo mi cuerpo.
Fernando Pessoa
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Yo nunca lo hubiera hecho; pero mi cuerpo lo hizo.

Luciano G. Egido, "El doble", en Cuentos del lejano oeste, Tusquets, Barcelona, 2003, p. 25.
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"Mi doble cuerpo "
Y él sería feliz si yo fuese bueno, pero lo hice yo solo: su cuerpo nunca lo hubiera hecho.
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miércoles, 21 de julio de 2010

Para olvidar el tango

El tango

Aquel hombre bebió para olvidar a la mujer que amaba, y la mujer amó para olvidar al hombre que bebía.

Mario Goloboff, “El tango”, en VVAA, El límite de la palabra. Antología del microrrelato argentino contemporáneo, edición de Laura Pollastri, Menoscuarto, Palencia, 2007, p. 134.

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La olvidadiza
Para olvidar el tango, y al hombre que amaba, la mujer olvidaba a la mujer bebedora para que aquel hombre bebiera amando.

La tornadiza
Para olvidar a aquel hombre (y al tango), la mujer bebedora amaba el hombre que bebía para que la mujer le olvidase amando.

martes, 6 de julio de 2010

Las caracolas, siempre tan inoportunas

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Llamada al orden. Cuando termines de besarme no te olvides de poner, otra vez, todas las cosas en su sitio: el mar, las nubes, las caracolas ─siempre tan inoportunas─, el aire, ese arco iris que no sé de dónde ha salido, las flores del jarrón y el azul añil del cielo, por favor. Juan Yanes


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La caracolas, siempre tan inoportunas
Por favor, del jarrón han salido todas las cosas: llama al mar otra vez, que no sé de las flores su sitio. Pon donde las nubes al aire, y en orden el azul añil de ese arco iris. Cuando termines el cielo, no te olvides de besarme.
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ANCH'IL MAR PAR CHE SOMMERGA
(Bajazet (Il Tamerliano) II, 2-Idaspe)
Anch'il mar par che sommerga
Quella nave, che tu vedi
Dissipata da procelle.
Poi la vedi, e par che s'erga
Presso all'altra in fra le stelle.


Aunque parezca que el mar esté hundiendo
aquel barco que tú ves
destruido por la tempestad;
más tarde lo verás resurgir de las aguas
junto a los demás en mitad de las estrellas.
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sábado, 19 de junio de 2010

El aire abrasa

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Agradecimientos

Agradezco que no me hayas amado como lo hubiera querido. Somos dos fantasmas que no tienen de dónde agarrarse. Hubiéramos besado el aire, dado abrazos al espacio vacío. Y no hay nada peor que enamorarse de la transparencia.

Lilian Elphick, “Agradecimientos”, en Ojo travieso,
Mosquito, Santiago de Chile, 2007, p. 17.
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Y un poema malabar...

¿Dónde agarrarse?
Nada abraza el aire
como lo hubiera querido.

¿Agradecimientos...?

Que me hayas besado no tiene espacio.

Hubiéramos dado al vacío de qamar

No enamorarse. No agradecer [decir, agradar, agredir...]

¿Y qué peor hay?

Somos dos fantasmas de la transparencia.


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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"