domingo, 2 de noviembre de 2014

Doscientos quince

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La sobriedad es a menudo un amago de prudencia; una demostración de cautela respecto de la confianza y la fiabilidad de los hombres. La expresión de una gran reserva. Aunque esa cautela sea sobria en apariencia.
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1 comentario:

  1. Mojar apenas los labios antes del trago largo; esa cautela podría evitar lo inevitable: andar por la vida como solemos hacerlo, con los morros cual culo de gallina con mala vida y peor destino (sin ir más lejos, suelo darme cuenta de que no hay piscina en el segundo tirabuzón de mis triples mortales…).

    Un o dos petons, Gemma.

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"